1. Una autoimagen positiva. Imagínate que te despiertas una mañana y tu compañero de cuarto te está esperando para decirte algo. Te dice: «Estaba esperando para decirte qué compañero de cuarto tan excepcional eres. Eres tan amable, tan considerado; siempre mantienes el cuarto tan prolijo. El solo hecho de estar cerca de ti me motiva a ser la persona más positiva que puedo ser.»
2. Metas claramente definidas. Alguien dijo, «Apúntale a nada y seguramente acertarás. Apúntale a una meta específica y, aunque no la logres, tendrás la oportunidad de estar mucho más cerca que si nunca le hubieras apuntado.»
3. Trabajo duro. Cualquier atleta exitoso sabe que no habría gloria en el campo atlético sin trabajo duro en el campo de entrenamiento. Una verdadera prueba de carácter no es tan sólo tu desempeño frente a la multitud, sino cuán duro trabajas cuando nadie se fija en la oficina, en la biblioteca, en el entrenamiento.
4. Una disposición para asumir riesgos. Teodoro Roosevelt expresó el valor de esto en uno de sus declaraciones más famosas: «Es mucho mejor atreverse a cosas poderosas, a ganar triunfos gloriosos, aun salpicado con algunos fracasos, que estar al nivel de esos pobres espíritus que ni gozan mucho ni sufren mucho porque viven en la gran penumbra que no conoce ni la victoria ni la derrota.»