Dicen que uno es tan joven como se siente, y ese es el caso de Sadie Sallers, una abuelita de 79 años de edad que desapareció repentinamente de su lugar de residencia para ir a un estudio de tatuajes. La mujer fue buscada varias horas por sus familiares y empleados del geriátrico en el cual vive, hasta que su hijo la encontró, luego de realizarse un tatuaje en su brazo.
La dulce abuela había abandonado por un rato el centro de gerontología, para dirigirse a un local de tatuajes, en compañía de su nieta (quien en forma cómplice cumplió con los pedidos de esta), para dejar impreso en su arrugada piel un corazón en su hombro izquierdo.
Cuando su hijo Tony entró al estudio de tattoo Seventy-Six, se encontró con especialistas de las agujas y la tinta trabajando en el brazo de su madre, y con su hija de 22 años sonriendo de felicidad.
»¡Papá, papá mira lo que se hizo la abuela!», grito la nieta.
Tras dar a conocerse este simpático episodio, el hijo de Sadie recordó que ella tiene huesos delicados que la obligan a estar casi todo el tiempo en una silla de ruedas, aunque esta vez pero parece que eso no la detuvo, manifestó ya más tranquilo y al lado de su progenitora.
Al parecer, y por lo que comentó el propio Tony, su madre ahora planea continuar dibujándose la piel. Por su parte, Sadie dijo estar muy feliz con su nuevo (y primer) tatuaje y que le importa un corno lo que piense el resto de su familia al respecto.