Comerse los mocos no está bien visto, ni siquiera en un niño. Todos los padres les dicen a los pequeños que no se saquen petróleo, que se van a hacer un enorme agujero… Pero, aunque sea un comportamiento mal visto socialmente, los pequeños lo hacen por una razón y es que tiene muchísimos beneficios para la salud, todo lo contrario a lo que se cree popularmente.
La mucofagia, que es el acto de comerse las sustancias mucosas de la nariz, es algo heredado de nuestros antepasados primates, lo que explicaría por qué lo hacen si nunca lo han visto en su casa y, probablemente, ni a otros niños, quienes lo hacían de forma natural en su día a día.
El cuerpo necesita los nutrientes que forman los mocos, es decir, el agua, las proteínas, las células y los hidratos de carbono, por lo que realmente no se llevan a la boca bacterias y sustancias tóxicas, sino que con ellas se refuerza el sistema inmunitario, algo que necesitan día a día los más pequeños. Parece que, definitivamente, no es la causa por la que los niños enferman tanto y suelen coger infecciones, tal y como desveló hace muchos años el médico austriaco Friedrich Bischinger. Todo lo contrario.
De esta forma, comer nuestros propios mocos actúa en el organismo como una vacuna, haciendo que las sustancias nocivas atrapadas en nuestra nariz creen una respuesta directa a protegernos de las enfermedades y evitar coger tantos resfriados y gripes en las temporadas que más incidencia tienen.
Sí, ver a un niño o a un adulto comerse los mocos en público (e incluso en privado) no es nada agradable, pero sí algo sanísimo.