El mundo del teclado es todo un misterio. Primero, porque las letras no siguen un orden lógico alfabético, sino que se basan en el diseño QWERTY (por las seis primeras letras de la primera fila). Este diseño lo puso en marcha la compañía Sholes and Gidden en 1873, con su máquina de escribir Remington 1.
El sistema QWERTY permitía a la gente teclear más rápido y mejoró mucho con la introducción del primer teclado Remington mejorado en su versión Remington 2 y la introducción de la ‘mecanografía al tacto’, con la que se conseguían velocidades de 60 palabras por minutos.
Los dos pequeños botones en relieve o muescas en las teclas F y J, cuya utilidad es desconocida para la inmensa mayoría, juegan en este punto un papel esencial y tienen que ver con todo lo explicado hasta ahora.
Después de cada palabra, las manos deben descansar en la zona central del teclado y, en concreto, lo correcto es que reposen precisamente sobre ambas letras, situando los dedos índices sobre estas dos teclas. Los relieves son simplemente para que la persona identifique ambas letras sin necesidad de mirar directamente el teclado.
Como curiosidad, más adelante, en 1936, nació otro teclado inventado por el Doctor Dvorak, que se supone que era incluso mejor que el sistema QWERTY. Sin embargo, nunca se popularizó porque la gente ya se había acostumbrado al anterior.