El Carnaval de Río de Janeiro llegó a su momento cumbre al unir la juerga espontánea de las calles y la espectacularidad de los desfiles de las escuelas de samba que se adueñaron del sambódromo desde este domingo.
En esta primera jornada de desfiles se presentaron seis escuelas de samba, cada una con entre 3,200 y 5 mil bailarines y músicos disfrazados y una docena de carrozas con decoración fastuosa, mientras que la noche de hoy será el turno de otras seis escolas.
Los integrantes de las escuelas de samba, en su mayoría personas humildes de las favelas, se dedican todo el año a preparar los llamativos disfraces y las carrozas grandiosas que exhiben durante 20 minutos, el tiempo que les cuesta atravesar cantando y bailando los 720 metros del sambódromo.
El espectáculo, considerado por los organizadores como el mayor del mundo, congrega a un público de 72,500 personas que pagan auténticas fortunas por las mejores localidades de la llamada pasarela de la samba.
El alcalde de Río, Eduardo Paes, al entregar las llaves de la ciudad al Rey Momo, el pasado viernes, resaltó que el carnaval es el momento mágico del año en el que más se mezclan los pobres y los ricos y en el que las élites, desde los palcos VIP del sambódromo, rinden homenaje a la cultura de los habitantes de las favelas.
En esta primera jornada de caminatas, las escuelas de samba homenajearon, entre otros, a Río de Janeiro en su condición de sede de los Juegos Olímpicos de 2016, al 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y a Neymar, en el marco del desfile dedicado a la ciudad de Santos que preparó la escuela de samba de Grande Río.
Cada uno de esos temas es interpretado en clave de samba, con el atronador sonido de un centenar de percusionistas y el sensual contoneo de las reinas del carnaval. Las marchas de este año tienen el sabor especial de celebrar el centenario de la invención de la samba.
Efeméride
Centenario con ritmo
La grabación de la primera canción de samba fue precisamente el tema Pelo telefone, de Ernesto dos Santos, cantante que pasó a la posteridad como Donga, y fue grabada en noviembre de 1916. Esa grabación contribuyó a comenzar a sacar de la marginalidad a la samba, un ritmo creado por los negros de las favelas y que, hasta entonces, era rechazado por unas élites blancas a las que entonces les repugnaba la cultura de los antiguos esclavos, que habían ganado la libertad apenas 28 años antes, en 1888. Los desfiles de las escuelas de samba surgieron tres lustros después, en 1932.