El sexo de un bebé depende de un mecanismo genético azaroso. Se da en la combinación de cromosomas que se produce en el momento de la fecundación.
Tanto el espermatozoide como el óvulo tienen 23 cromosomas, de los cuales uno de ellos es el cromosoma sexual, formado por dos XX en el caso de la mujer y por una X y una Y en el caso de los hombres.
Y, sí… El hombre es quien define
En definitiva, el cromosoma de la célula masculina es el que define el sexo del bebé, ya que si un óvulo es fecundado por un espermatozoide X será una nena y, en caso de serlo por un Y será varón.
En el hombre, la mitad de sus espermatozoides son X y la mitad son Y, por lo que tienen el 50% de posibilidades de concebir una nena o un varón. Ahora, qué sexo tendrá, nunca se sabe.
¿Podemos elegir el sexo?
Es sabido que los espermatozoides que poseen un cromosoma X y los que poseen un cromosoma Y son diferentes en cuanto a la velocidad de traslado y en cuanto al tiempo de vida de cada uno de ellos. Es decir, algunos llegan más rápido al óvulo y otros viven más tiempo, lo que da paso a la posibilidad de incidir en la formación del sexo según el momento o día del ciclo en el que se tengan relaciones sexuales y teniendo en cuenta, por supuesto, el momento exacto de la ovulación.
Con el asesoramiento de un profesional es posible aumentar en un 60 a 70 % la posibilidades de favorecer determinado sexo, pero se trata de una especulación que no siempre garantiza el resultado esperado.
En verdad, las variables que intervienen son la velocidad y el tiempo de vida de los espermatozoides X e Y. Estos últimos son mas rápidos que los X, pero viven menos tiempo, razón por la que hay más probabilidades de concebir un varón si la relación sexual se produce el día exacto de la ovulación a que si esta se realiza de dos a tres días previos.
De todos modos, no se trata de una receta, son estadísticas que reflejan una tendencia. Cada caso es particular ya que, además, en el momento de la concepción intervienen otros factores.