La vocación religiosa convertida en reality es la última apuesta del mundo del espectáculo. En pocas semanas se estrenará en el canal Cuatro en España Quiero ser monja: la llamada, un programa de telerrealidad en el que la llamada de Dios se convierte en un señuelo para atraer audiencia.
Cinco chicas de unos veinte años de edad participarán en este reality en el que tendrán que decidir si tienen vocación religiosa y, de tenerla, a qué congregación quieren pertenecer. Todas ellas afirman haber sentido la llamada de Dios en la oración antes de participar en Quiero ser monja y han considerado que la mejor manera de comprobarlo es participar en un programa de televisión.
Las participantes en Quiero ser monja visitarán en las distintas entregas del reality tres congregaciones diferentes, una en Madrid, otra en Granada y otra en Alicante. Las congregaciones tienen carismas muy distintos y los organizadores del concurso pretenden que las candidatas a monjas decidan delante de las cámaras a cuál quieren pertenecer.
Durante seis semanas, las jóvenes vivirán como aspirantes en congregaciones que se dedican desde el cuidado de niños en una casa cuna, hasta la oración en un convento de clausura, pasando por religiosas dedicadas a la enseñanza. Una de las candidatas a monja tiene novio y según los productores del programa se verá obligada a elegir entre él y Jesús.
Estas congregaciones decidieron abrir sus puertas a las cámaras de televisión y convertir su vida religiosa en espectáculo a través de un reality. Entre las razones que han alegado estas monjas para avalar su decisión está el hecho de que el programa puede ser una buena forma de atraer nuevas vocaciones y de que se conozca la propia congregación.
Por su parte, aunque los organizadores del programa han asegurado que no buscan crear polémica, también han sostenido que esperan que el reality suscite debate y lo han comparado con la campanada que dio Adán y Eva, el show de telerrealidad fuertemente criticado porque sus protagonistas aparecen en todo momento desnudos.