Hace unas semanas un perro que aullaba y lloraba sin parar luego de años de maltrato conmovía a millones de personas en las redes sociales. Su historia, por fortuna, no terminó en desgracia; después de ser rescatado, logró sobrevivir y ser adoptado.
Kayne fue una víctima más de la crueldad humana. Tal había sido su infierno que, cuando Monica Miltreanu quiso acariciarlo, el animal se encogió y guardó su cola entre las patas. El perro ya estaba a salvo en un refugio de animales en Rumania, pero no confiaba en nadie.
Recuperado de un cuadro agudo de desnutrición, desparasitado y vacunado, logró ganar 3,5 kilos de peso. La evolución de Kayne la siguieron miles en las redes sociales.
Pero la mejor noticia estaba por venir. Una familia en el Reino Unido lo pidió en adopción.
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