Los elfos son unos pequeños seres de no más de 90 centímetros de alto con grandes orejas y aunque para algunos no representan más que a unos seres mitológicos, para muchos otros son más que eso. En torno al 54% de la población de Islandia cree en ellos o, al menos, cree que hay posibilidades de que existan, tal y como ha indicado National Geographic en una publicación este viernes.
De todos los estudios que se han hecho a lo largo de la historia se han extraído las mismas conclusiones: que cerca de la mitad de los islandeses no descartan la existencia de estas pequeñas criaturas.
Según un estudio elaborado por el profesor de Psicología de la Universidad de Islandia Erlendur Haraldsson en 1974, el 55% de los islandeses creía a diferentes niveles en la existencia de los elfos. En otro estudio llevado a cabo años después, en 1998, los resultados eran similares, alcanzando en torno al 54,4% de los islandeses que aceptaba la existencia de elfos.
Otro más reciente, elaborado entre 2006 y 2007 y supervisado por Terry Gunnell elevó esta cifra al 62%. Según este último sondeo, sólo el 13% de los participantes en la encuesta negaba con rotundidad la existencia de los elfos, mientras un 19% lo definía poco probable. Sin embargo, un 37% aseguraba que podrían existir, un 17% creía que su existencia era probable y un 8% afirmó rotundamente su existencia.
«Los islandeses parecen estar mucho más abiertos a fenómenos como los de soñar con el futuro, los presagios o corazonadas, los fantasmas o los elfos que los ciudadanos de otros países», afirmaba Gunnell en la revista Iceland Review. En junio de 2014, se detuvo un proyecto de construcción de una carretera en Islandia después de que un grupo de manifestantes pidiera su paralización para evitar molestar a los elfos que vivían bajo las rocas en el lugar donde se pretendía construir.
No es la primera vez que ocurre, ya tuvo lugar algo parecido en 2013. También el pasado mes de mayo, el diputado islandés Árni Johnsen decidió mover a su vivienda la piedra donde aseguraba que vivía una familia de elfos que le salvaron la vida cuando, años atrás, tuvo un grave accidente de tráfico. Para agradecérselo, decidió llevar la piedra a su propiedad para que las criaturas pudieran vivir alejadas de la carretera.