En otros tiempos, la piratería cibernética, o «hacking», era simplemente un delito: introducirse en una computadora ajena. Hoy el término se refiere a una actividad crucial y totalmente legal del sector tecnológico.
Las competencias entre programadores llamadas «hackathons» (hackatones o maratones cibernéticas), se han propagado como virus como medios para que diseñadores y fanáticos de la computación se reúnan a comer pizza, trasnochar y crear cosas nuevas.
Las sesiones maratónicas estudian de todo, desde crear apps rentables hasta aplicar el código cibernético para resolver los problemas de la humanidad. Este año están programados 1.500 hackatones alrededor del mundo, comparado con apenas un puñado en 2010.
«Un hackatón es la manera más rápida de poner en práctica una idea», dijo Nima Adelkhani, organizadora de una maratón por la paz en Medio Oriente prevista para durar un fin de semana en San Francisco.
La policía y la justicia no se han desentendido del término. Decenas de ciberpiratas condenados por la justicia federal purgan condenas de prisión. El presupuesto del Departamento de Justicia incluye 9 millones de dólares para la represión del ciberdelito, que incluye el «hacking».
La propagación de estos eventos ha dado lugar a una serie de normas. Los equipos están conformados por poca gente. Se pueden elaborar diseños, generar ideas y de antemano, pero todos empiezan a redactar códigos al mismo tiempo. Adicionalmente, cada equipo es dueño de su creación.
SAN JOSE, California, EE.UU. (AP)