Los humanos no son los únicos que tienen sentido del ritmo: los bonobos y los leones marinos también son capaces de marcar el compás, dos excepciones en el mundo animal que podrían ayudar a comprender mejor cómo evolucionó nuestro sentido musical en la historia.
Patricia Gray, profesora de la Universidad de Carolina del Norte (sureste), relató haber sido sorprendida por un bonobo hace algo más de una década.
Estaba golpeando mecánicamente una vitrina de un zoo cuando el simio que se encontraba al otro lado del cristal respondió a su ritmo, afirmó en una conferencia de prensa. Desde que tuvo lugar este descubrimiento, otras dos especies animales muy diferentes también han revelado una sorprendente capacidad de sincronizar sus movimientos de manera real con el ritmo de la música.
Se trata de cacatúas que bailan al ritmo de Backstreet Boys y de un lobo marino cuya canción favorita es «Boogie Wonderland», el éxito del grupo de funk Earth Wind and Fire.
«Todos los científicos, incluido yo, hemos estado intrigados por la capacidad de las cacatúas para bailar al ritmo y me di cuenta que nadie había intentado jamás ver si un animal más allá de un papagayo tenía la misma facultad», explicó Peter Cook, un investigador de la Universidad de California que descubrió al lobo marino llamado Ronan.
Pero los perros y otros animales no bailan, revela Edward Large, profesor de psicología de la Universidad de Connecticut.
Según él, la clave del sentido musical reside en la manera en que los circuitos cerebrales se coordinan al sincronizar los ritmos y cómo los ritmos propios del cerebro se armonizan con los de la música.
«La capacidad de sincronizar los ritmos parece ser más un mecanismo de evolución utilizado de manera diferente según las especies y las circunstancias», valoró.
CHICAGO, (AFP)