Según un estudio, los gatos son más sensibles que los perros a sabores amargos; por eso rechazan algunos alimentos. Además, la investigación realizada por Hannah Rowland de la Universidad de Cambridge, asegura que los gatos pueden ser más sensibles que los humanos.
Los genetistas del Centro de Sentidos Químicos Monell, en Filadelfia, estudiaron el genoma de gatos y de los perros para ver si tienen los mismos genes amargos. Ellos se sorprendieron al encontrar que los gatos tienen 12 genes diferentes para sabor amargo. Los perros y otros animales carnívoros están igualmente bien dotados.
Los resultados muestran que los receptores amargos facultan a los gatos para detectar toxinas potenciales, dándoles la capacidad de rechazar los alimentos nocivos y evitar el envenenamiento.
En los seres humanos, los receptores de sabor amargo no sólo se encuentran en la boca, sino también en el corazón y en los pulmones. Los gatos también son más sensibles a los productos químicos amargos que los perros, o pueden detectar un mayor número de compuestos amargos en su dieta diaria.
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