Un equipo de científicos trabaja en un laboratorio ubicado junto a la costa del Pacífico de Estados Unidos en un proyecto que podría llegar a convertirse en una original y polémica forma de enfrentar el cambio climático. El proyecto se basa en lanzar una fina niebla de partículas de agua salada a la parte alta de la atmósfera con el objetivo de aumentar la cantidad de luz solar que las nubes reflejan hacia el espacio.
«Si pudiéramos devolver hacia el espacio mucha de esa radiación e impedir que fuera absorbida por el planeta, lo enfriaríamos», afirmó el Profesor de Ciencias de la Atmósfera Tom Ackerman, que dirige las pruebas en el Instituto para el Estudio de la Atmósfera y el Océano de la Universidad de Wáshington.
El fenómeno se observó en primer lugar con los buques de carga, cuyas chimeneas dejan nubes «iluminadas» a su paso con las partículas microscópicas. Según consignó Tiempo Argentino, el equipo de Ackerman cree que ese efecto se podría recrear utilizando partículas de sal para reducir la radiación solar absorbida por el océano.
Las simulaciones iniciales realizadas por computadora arrojaron resultados prometedores. Sin embargo, Ackerman sostiene que no consiguieron a nadie que les financie los experimentos sobre el terreno y que los grupos ecologistas amenazan con sabotearlos.
Otros investigadores de Estados Unidos, Reino Unido o Alemania que trabajan en sofisticadas tecnologías para reducir el cambio climático con técnicas como disminuir el brillo de los rayos del sol con aerosoles estratosféricos o provocar un incremento del fitoplancton que absorba dióxido de carbono de los mares, enfrentan obstáculos semejantes.
El punto clave del debate no es si el hombre podrá practicar algún día la geoingeniería para enfriar el planeta, sino si debería hacerlo. «Las personas tienden a decir de manera instintiva que estamos jugando con la madre naturaleza y opinan que no deberíamos hacerlo», sostuvo Ackerman a dpa. Pero al quemar combustibles fósiles, agregó, «ya estamos añadiendo dióxido de carbono a la atmósfera y esto no parece importarle a nadie».
Como resultado del aumento de las cantidades de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, se estima que la temperatura de la Tierra aumentará por lo menos unos cuatro grados en lo que queda del siglo.
El próximo 30 de noviembre, representantes de alrededor de 200 países intentarán alcanzar un nuevo acuerdo climático en París que, por primera vez, incluiría reducir las emisiones de carbono en países en desarrollo. El objetivo de la cumbre es evitar que la temperatura del planeta aumente más de dos grados por encima del nivel de la época pre-industrial, para evitar consecuencias catastróficas en forma de pérdida de vidas humanas por el incremento del nivel del mar y las condiciones meteorológicas extremas. Muchos observadores temen que esta clase de propuestas alternativas debiliten la voluntad política existente hoy en día para cumplir con el Plan A: el de reducir emisiones mediante el recorte de la utilización de combustibles fósiles, algo que supone un gran esfuerzo para las naciones.
«Hace mucho tiempo que estamos añadiendo dióxido de carbono a la atmósfera y esto no parece importarle a nadie», Tom Ackerman – Prof. de Ciencias de la Atmósfera.
Geoingeniería o cómo «jugar a ser Dios»
Los investigadores coinciden en que la reducción de emisiones es fundamental para asegurar la salud del planeta a largo plazo. Incluso aunque se consiguiera bajar la radiación solar, mantener las emisiones sería fatal a la larga y estas medidas sólo servirían temporalmente como solución rápida para ganar tiempo.
Pero hay otra cuestión más compleja, que es la relacionada con la ética de «jugar a ser Dios» con el clima de la Tierra y los potenciales riesgos de interferir en sus complejos sistemas. El Consejo Nacional de Investigaciones (NRC) estadounidense aprobó por primera vez en febrero pasado utilizar la geoingeniería para capturar carbono de la atmósfera. También aprobó, aunque sólo en la fase de investigación, la manipulación de la radiación solar. «Que los científicos estén planteándose intervenciones tecnológicas debería ser una voz de alarma acerca de que tenemos que hacer mucho más para reducir nuestras emisiones», manifestó Marcia McNutt, presidenta del NRC.
Algunos científicos partidarios de la geoingeniería afirman que si las medidas para reducir emisiones con el objetivo de detener el calentamiento global fallan, no habrá otra opción.
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