Si viviste la década de 1980, quizá puedas recordar algunas de las maravillas y temores que definieron una década de cambio social radical. Queríamos una MTV, pero también nos enfrentamos a la amenaza perpetua de la aniquilación nuclear.
Nos sentimos muy sexys con nuestros calentadores de pierna y peinados monstruosos, pero palidecimos ante la creciente amenaza del SIDA.
Se podría pensar que teníamos suficiente ansiedad a ocupar nuestras mentes sin inmersión en la fantasía. Y sin embargo, allí estábamos, muchos de nosotros convencidos de que una secta secreta pero extendida de adoradores del diablo conspiraba para abusar y torturar a nuestros hijos.
¿Recuerdos reprimidos?
Bienvenido al mundo de pánico satánico, una realidad percibida de la década de 1980 y principios de los 90 que atravesó nuestras vidas dejándolas como una zona cero en la guerra entre los valores tradicionales y la perversión demoníaca. No sólo eran los niños indefensos y adolescentes impresionables en riesgo, sino cada uno de nosotros los que nos enfrentamos a la posibilidad de haber sufrido algún abuso satánico en nuestro pasado. Ritos sexuales tan perversos que sólo un terapeuta talentoso podría posiblemente exhumar estos recuerdos reprimidos.
El pánico satánico se propagó a través del boca a boca y el frenesí de los medios de comunicación populares, así como a través de la literatura y los terapeutas de la época. A finales de los años 80, el miedo era internacional.
Para invocar el lenguaje de la sociología, todo fue un pánico moral, un malestar viral, generalizado provocado por nuestros miedos colectivos sobre la dirección de la sociedad y alimentado por una variedad de influencias culturales, incluyendo los medios de comunicación, organizaciones de defensa, grupos religiosos, políticos, ficción y boca a boca.
Falsos testimonios
La naturaleza satánica de los recuerdos de abuso recuperados eran falsos, y las llamas de pánico satánico murieron en la década de 1990. Un estudio de 1994 del Centro Nacional sobre el Abuso y Negligencia Infantil desacreditó estas supuestas practicas. El estudio masivo encontró sólo unos pocos casos reales, más o menos, un solo caso de 12.000 incidentes proporcionó evidencias de cultos satánico que abusaron de los niños.
Los casos legales se vinieron abajo abajo. Las investigaciones no presentaron nada. Los medios de comunicación populares de América, a pesar de su papel en la propagación del pánico satánico, hicieron su parte para apagar las llamas. Entre 1990 y 1994, el descrédito de estas declaraciones se convirtió en la nueva historia de mosa.
Pero al igual que cualquier incendio agotado, el calor permanece en subculturas aisladas y a las afueras de su expansión internacional. Todavía encontraréis predicadores que condenan los poderes infernales de los medios de comunicación popular. A día de hoy, el Servicio de Policía de Sudáfrica todavía emplea una Unidad de Delitos Relacionados con Ocultísmo para combatir la percibida amenaza satánica del país.
El pánico moral no va a desaparecer. Es una parte de lo que somos. Todo lo que podemos hacer es mantener un ojo en los incendios quesiguen siendo conscientes de la leña cultural y tratar de mantener las llamas bajo control.
Agencias