Un par de enamorados se encontraron con la casualidad de que eran los únicos pasajeros del tren en altas horas de la madrugada y aprovechando la ocasión, unos tragos de más y la gran brama se dispusieron a saciar sus instintos como cualquiera lo haría con su pareja, caro que en un hotel o en un lugar más discreto.
La arriesgada jugada les salió muy cara Porque quedaron grabados en la cámara de seguridad, algo con lo que no contaron, y como dice el dicho, después de un gustazo un trancazo, ahora el par de tortolitos tendrán que pasar unos días en la cárcel quizás hasta que se les baje la calentura y piensen dos veces antes de actuar.