La fascinación de los japoneses por la naturaleza ha llegado a niveles insospechables, sin embargo, parece ser que la última moda les encanta tanto. Su nombre es «kimo-kawa» y consiste en introducir insectos en la piel de las personas. No, por favor.
La tendencia nació a raíz de la constante adopción de insectos como mascotas en ese país. Tarántulas, ciempiés o escarabajos gigantes son algunos de los especímenes a los que sus dueños permiten escalar por sus brazos o a los que visten con hojas de lechuga a modo de disfraz.
Dichos animales son capturados por niños en diversos campos, luego los venden y las multinacionales de algún modo se hacen de ellos. Así, los sacaron a la venta el pasado mes de junio en todas las tiendas de Village Vanguard de Japón, además de en su página web, donde el precio de estos pendientes oscilan los 1898 yenes.
Esta practica ha derivado en otra que es todavía más extraña: la gente compra pendientes o demás elementos de bisutería fabricados a partir de insectos muertos o disecados para engancharlos en las orejas a modo de piercing o dilatación.
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