Estos perros de origen chino deben su aspecto a un exceso de ácido hialurónico, polisacárido gelatinoso que se acumula en su piel, aumentando su grosor y creando arrugas profundas.
El fenómeno se explica por la mutación de un gen el HAS2, que dispara la actividad de la enzima que produce el citado ácido. Este rasgo no es solo producto del azar, sino de la selección realizada desde hace siglos en China, donde estos animales se empleaban desde el siglo II a. C. para protección y pastoreo.
Su uso en peleas de perros influyó en su apariencia una piel gruesa dificulta las mordeduras y el gusto por las mascotas diferentes ha hecho el resto. Según una investigación publicada en la revista online PLOS Genetics, este mismo gen que arruga la piel de los shar peis es el responsable del síndrome de fiebre periódica que estos perros sufren a menudo junto con inflamaciones.
Agencias