Se trata de una situación trágica e insólita, es como si todos los nuevos recuerdos fueran escritos en una tinta invisible que poco a poco va desapareciendo.
Un miembro del ejército británico, de apellido William, se encontraba en Alemania y fue, como cualquier mortal, a una hora con el dentista. Lo terrible, es que esa simple visita al doctor de los dientes, le terminó por quitar la memoria.
Recuerdo sentarme en la silla y al dentista poniéndome la anestesia local, reveló William, después de eso: nada.
Luego de aquel lamentable día, el afectado es incapaz de recordar nada por más de 90 minutos y tampoco puede saber dónde queda su casa: cada día se despierta creyendo que está en Alemania en 2005 esperando ir al dentista.
De este modo, sin poder registrar nuevas experiencias, el paso del tiempo ya no le sugiere demasiada importancia.
El desdichado tipo, actualmente solo es capaz de reconocer que tiene un problema porque él y su mujer dejan notas escritas en su celular tituladas: Lo primero: leer esto.
Una simple endodoncia
La cirugía por la que William había ido era una simple endodoncia, el dentista que lo atendió no se dio cuenta que algo andaba mal. Y solo cuando se quitó las gafas protectoras vio que el paciente estaba pálido.
Llamaron a su mujer, que recuerda que él estaba tirado en un sofá y a las cinco de la tarde los llevaron al hospital, donde permaneció tres días.
En principio, los médicos creian que se trataba de una maña reacción a la anestesia, lo que le podía haber causado una hemorragia cerebral, pero no hallaron evidencia que confirmara que se trataba de ese tipo de lesión.
Los dejaron irse con el misterio sin resolver y la familia regresó a Inglaterra, donde empezó a visitar al doctor Gerald Burgess, psicólogo clínico, quien cree que la clave podría estar a nivel neuronal.