Sonriendo con su novia en el Central Park de Nueva York. Así posó Paul Mason, quien una vez fue el hombre más gordo del mundo, tras quitarse 25 kilogramos de exceso de piel de su cuerpo.El británico de 54 años llegó a pesar 445 kilogramos y, con un fuerte tratamiento, perdió 292 kilogramos en cinco años. Entonces, los cirujanos en Nueva York decidieron eliminar los pliegues antiestéticos después de su dramático cambio, llevando su peso hasta los 127 kilogramos.
Pocos días después de la intervención, fue capaz de dar un paseo de corta distancia a través de la ciudad estadounidense con su pareja, Rebecca Mountain.
El cartero de Ipswich, Suffolk, quedó más delgado después de un bypass gástrico en 2010, pero el Servicio Nacional de Seguridad (NHS) de Reino Unido se negó a darle una operación para extirpar el exceso de piel.
Casi la mitad de la piel eliminada era de la pierna derecha de Mason, quien la describió como el «delantal» que cubría su torso. «La operación supuso la eliminación del exceso de piel restante de la operación de pérdida de peso. Sin duda las cosas han mejorado para mí», explicó.
«Puedo moverme de forma mucho más fácil. Levantar la pierna se siente como levantar una pieza finísima de papel en vez de un tronco de árbol». Aclaró que todavía necesitaba otra cirugía para retirar el exceso de piel en otras partes de su cuerpo, incluyendo los brazos. «Pero sin duda la vida ha mejorado».
Después de años de vivir en Suffolk, Mason voló a Orange, cerca de Boston, en septiembre pasado a vivir con su novia, Rebecca Mountain, a quien conoció por internet. En 2013, el británico apareció en televisión para contarle al mundo de su floreciente relación con ella.
La gordura de Mason comenzó a crecer cuando tenía 20 años, con la muerte de su padre y el deterioro de la salud de su madre.
Dejó su trabajo como cartero cuando no tuvo suficientes fuerzas como para terminar su ronda. A medida que su peso se disparó, comenzó a ser incapaz de pararse o caminar, antes de quedar postrado en cama y ser atendido a tiempo completo por cuidadores.
Los bomberos tuvieron que derribar la pared frente a su casa para que pudieran introducir una carretilla elevadora y ponerlo en una ambulancia cuando necesitaba una operación de hernia en 2002. Luego, Mason obtuvo una vivienda especialmente diseñada con puertas extra anchas para que pudiera moverse.
En el apogeo de su adicción a la comida, consumía un paquete completo de tocino, salchichas y cuatro huevos con pan y croquetas de papa para el desayuno.
Agencias