A medida que ganamos experiencia como padres es que podemos darnos cuenta de qué cosas no conviene decirle a nuestros hijos. Por ejemplo, muchas de las que solían decirnos nuestros padres de pequeños nos proporcionaban miedo, fomentaban inseguridad y falta de autoestima en nosotros, aunque esta no fuera su intención. Las palabras son muy importantes porque pueden herir o transmitir amor, por eso algunas nunca debería salir de nuestras bocas cuando se trata de dirigirnos a los hijos.
Halagos específicos
De acuerdo con Jenn Berman, doctora en Psicología, cuando decimos a nuestros hijos algo como por ejemplo bien hecho, aunque estemos en lo cierto, puede llevar a que se hagan dependientes de lo que decimos en función de lo que hacen. Es por eso que aconseja que a la hora de los halagos debemos ser específicos en vez de ser generales, por ejemplo podríamos decir: Fue un lanzamiento perfecto.
La práctica hace al maestro
Frases como la práctica hace al maestro» no deberían utilizarse. Hay niños que pasan tiempo practicando su deporte favorito y no consiguen entender cómo es que todavía no son los mejores. Al decirle una frase como la del ejemplo, es como si implícitamente se le exigiera sobresalir, según explica Joel Fish, autor de 101 maneras de ser un padre fenomenal. El autor anima a los padres que digan a sus hijos que es bueno practicar para progresar.
¿Estás bien?
Muchos padres cuando sus hijos se accidentan tienen la costumbre de preguntarles si están bien. Los niños no tienen que confirmar nada, se trata de que como adultos los auxiliemos y consolemos de la mejor forma posible. Por supuesto que si se acaba de dar un buen golpe no se encontrará bien, ¡nadie lo estaría!, dice el Dr. Berman.
¡Llegas tarde, apúrate!
Me siento identificada. Los niños tienen sus tiempos y ritmos, y para los adultos que siempre vamos corriendo esto puede ser algo difícil de entender. Por eso, a la hora del desayuno, cuando tu hijo demore en terminar de vestirse y de asearse, en vez de generar una situación conflictiva que cause estrés, es mejor decirle algo así como Vamos, llegaremos tarde. De este modo, dice Linda Acredolo, Ph.D., coautor de Mentes bebé, es como hacerle sentir que son un equipo.
Estoy gorda o a dieta
El que nuestros hijos nos escuchen decir cosas como #estoy a dieta# o ver que de forma constante nos subimos a la báscula para comprobar si hemos bajado o ganado peso, puede ser suficiente para que desarrollen problemas al respecto, dice Marc S. Jacobson, MD, profesor de pediatría y epidemiología en la Universidad de Nassau Medical Center, en East Meadow, Nueva York. No comentes que estás a dieta, si tu niño pregunta es preferible decir que has cambiado a una alimentación más saludable.