«Repite conmigo, otra vez, y otra vez…» ¿Cuántas de nosotras, siendo niñas, hemos memorizado lecciones de geografía, historia o ciencias para aprobar un examen escolar? Tal vez no comprendíamos lo que tratábamos de memorizar, pero si el recordar las palabras exactas nos permitiría obtener una buena nota, el esfuerzo merecía la pena. Con el paso de los años, los docentes han cambiado los métodos de enseñanza acorde a nuevas técnicas para lograr un mejor aprendizaje por parte de los alumnos, siendo hoy en día el aprendizaje comprensivo fundamental para que un niño pueda interiorizar cualquier tipo de información en su vida.
Ejercitar la memoria
La memorización en el aprendizaje escolar debe ser un complemento, pero en ningún caso debe ser una forma única de aprendizaje. Cuando se memorizan conocimientos sin tener comprender los mismos, lo único que se consigue es una fijación temporal, a largo plazo esos conocimientos se olvidarán, el cerebro no tiene ninguna motivación para retener esa información, así que la desecha.
Pese a los cambios en las técnicas de enseñanza, aun hoy en día hay docentes que piensan que no es necesario comprender la materia para poder aprenderla, y por este motivo ponen exámenes memorísticos donde no importa que los alumnos entiendan, sólo tienen que poner datos, datos y más datos. De acuerdo, los datos son importantes, pero no sirven de nada si no se comprenden antes, por eso resulta primordial ayudar a los alumnos a entender y comprender lo que se les exige aprender.
El papel de la motivación
Para que los alumnos puedan aprender de la forma correcta deben sentirse motivados a comprender (y no sólo memorizar) las lecciones que se les imparte. Hay varias maneras de motivar a un alumno a que quiera comprender, está en el docente el encontrar el modo que resulte atractivo.
El error al educar
Si a un niño le cuesta aprender algunos conocimientos, los docentes y padres debemos evitar que el niño se frustre o se sienta incapaz. En este sentido, ante una mala calificación, por ejemplo, debemos hacerle saber al niño que su desacierto es unoportunidad de seguir aprendiendo. De hecho, es una oportunidad para enseñarle que errar es humano, una condición tantas veces dichas pero casi sobrevalorada.
En las escuelas se debería dejar atrás la forma de aprendizaje basada en el acierto con consecuencias positivas y en el error con consecuencias negativas. El aprendizaje es mucho más que acertar o fallar en un examen.
El aprendizaje debe tener como protagonistas a los alumnos, a sus mentes, a sus capacidades y sobre todo a sus necesidades individuales. No se puede valorar a todos los alumnos por igual, tampoco se pueden pedir los mismos conocimientos a todos por igual. Aunque la base sea la misma para todos, dependerá de las características individuales de los niños el que la evaluación sea más o menos exitosa.
Los maestros ya no deberían esperar o pretender que los alumnos se adapten al ellos y a su metodología de enseñanza. Para una educación sensata y con base en la comprensión real de los conocimientos, el profesor debería ser quien se adapte a los alumnos.
Pero la responsabilidad no sólo recae sobre las instituciones educativas. Los padres también debemos motivar a nuestros hijos a que quieran comprender para aprender, no me refiero únicamente a los aprendizajes académicos, me refiero a cualquier tipo de aprendizaje, por ejemplo para poder hacer una receta de galletas primero se tienen que entender los pasos a seguir y todo lo que se necesita para realizarlas.