Tótems, tejidos, joyas o armas son algunos de los más de 80 objetos que reúne la mayor exposición de arte y cultura maorí de Nueva Zelanda exhibida en América, que se abrió hoy en Chile con el objetivo de dar visibilidad a los lazos entre las culturas ancestrales y el presente.
Así lo sostuvo Karl Johnstone, comisario de la muestra Tuku Iho: legado vivo, que se podrá ver en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) de Santiago hasta el próximo 17 de mayo y que incluye representaciones de danzas tradicionales de guerra, en la que los hombres demuestran su fuerza y orgullo a través de golpes en el cuerpo, llamativas gesticulaciones y gritos intimidatorios.
Esperemos que la exposición genere un debate que nos ayude a entender quiénes somos y a reflexionar sobre la posición que tienen los denominados otros en el mundo, expresó Johnstone, director del New Zealand Maori Arts & Crafts Institute.
El pueblo maorí, llegado a la isla de Nueva Zelanda entre los años 800 y 1300 provenientes de la Polinesia Oriental, creó una cultura original tras adaptar su economía y su organización social a las nuevas condiciones de aislamiento.
Los objetos exhibidos como los tótems que conmemoran a los antepasados, los tejidos y una serie de tallas en madera, piedra, hueso y jade son, según Johnstone, una muestra de las comunicaciones de la etnia polinesia con lo intangible.
La exhibición también contará con demostraciones de Ta moko o tatuaje maorí y la construcción de una Waka, una canoa de madera que será tallada por expertos durante dos semanas en la plaza central del centro cultural.
Para el comisario, más allá de la exhibición de los objetos y representaciones tradicionales, la muestra es una oportunidad para hablar sobre diferentes conceptos de la sociedad maorí que nos permite ahondar entre los lazos entre las culturas ancestrales y el presente.
Uno de ellos es la noción de economía y riqueza que, según la tradición maorí, está intrínsecamente relacionada con la capacidad de dar.
Desde nuestro punto de vista, cuanta más capacidad para ofrecer víveres a los visitantes tenga un pueblo, más rico es, destacó Johnstone ante un sofisticado frontal maorí tallado en madera que tradicionalmente se situaba en la entrada de los pueblos para dar la bienvenida a los visitantes y avisarles de que había alimento y bebida para ellos.
A juicio del comisario, entre los maoríes no existe una diferenciación entre la cultura y la economía, pues economía son todas las transacciones de la sociedad, un mensaje que, según Johnstone, puede influir a nivel mundial en el modo de hacer gestiones y negocios.
De ahí que Tuku Iho, legado vivo sea una magnífica plataforma para crear diálogo sobre la capacidad de proyectar en el presente y futuro los conceptos y tradiciones ancestrales y reforzar los vínculos entre los maoríes, los latinoamericanos y todas las otras culturas del mundo.