Los vecinos de San Francisco están experimentando una creciente frustración con respecto a la presencia de Elon Musk y su controvertida gestión desde que adquirió Twitter. Lo que inicialmente parecía una oportunidad para revitalizar la ciudad, ha terminado convirtiéndose en un verdadero expediente X.
Cuando las sedes de la tecnológica se establecieron en el centro urbano hace algunos años, los habitantes de la ciudad de la bahía californiana recibieron esta inversión con los brazos abiertos.
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Sin embargo, poco a poco empezaron a surgir señales de decadencia. El número de personas sin hogar aumentaba y el impacto de las drogas se hacía cada vez más evidente.
Las autoridades locales vieron en estas inversiones una posibilidad de revitalizar la zona. Sin embargo, los sueños de un renacimiento se han desvanecido rápidamente. La llegada masiva de empleados ricos provenientes del sector tecnológico ha tenido un efecto gentrificador, disparando los precios inmobiliarios y obligando a los residentes de toda la vida a alejarse o incluso quedarse sin hogar.
San Fransico retira la X de Musk
La situación empeoró cuando las empresas tecnológicas comenzaron a operar líneas de autobuses privadas para transportar a sus empleados adinerados, mientras que el servicio público empeoraba para el resto de la población. Esto fue percibido como un agravio por parte de los residentes locales.
Elon Musk, quien adquirió Twitter
Pero lo que realmente ha acabado con cualquier consuelo que quedara en medio del deterioro progresivo fue la llegada de Elon Musk, quien adquirió Twitter por 44.000 millones de dólares en octubre del 2022. A diferencia de los gestores anteriores, Musk carece de cualquier tipo de aprecio por San Francisco y se ha dedicado a denigrar la ciudad en repetidas ocasiones, incluso difundiendo mentiras.
Su desafío a la convivencia con el municipio y los vecinos se ha intensificado con la decisión de rebautizar la compañía como X. A principios de la semana pasada, Musk ordenó que se retirara el nombre de Twitter de la fachada de los cuarteles centrales, como si él fuera el dueño absoluto de la ciudad. Esto provocó un gran caos en el tráfico debido al uso de una enorme grúa. Ante la falta de permisos, el Ayuntamiento intervino y ordenó detener inmediatamente las obras, dejando solamente las letras «ER».