Los auriculares inalámbricos y los teléfonos móviles son unos de los principales dispositivos emisores de radiación bluetooth que solemos utilizar en nuestro día a día.
Debido a la proximidad de esta fuente de radiación con la cabeza, ha surgido en los últimos años una gran polémica acerca de la influencia del uso de estos dispositivos podría tener en la aparición de casos de cáncer.
En España surgen al año más de 240 mil nuevos casos de cáncer.
Seguramente si sueles utilizar este tipo de dispositivos en algún momento te has preguntado si podría ser peligroso.
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En caso de que estés preocupado por el uso de tus auriculares inalámbricos o si estás pensando en comprarte unos auriculares bluetooth y tienes duda sobre si esta tecnología puede ser peligrosa, no te pierdas ninguno de los puntos que analizamos a continuación, empezando por una completa explicación del funcionamiento de la tecnología bluetooth.
¿En qué consiste la radiación bluetooth?
Antes de nada, seguro que siempre te has preguntado qué es eso del bluetooth y cómo funciona. Así que para empezar; analizamos de forma sencilla cómo funciona este tipo de radiación.
Las radiaciones utilizadas para todas las comunicaciones inalámbricas, al igual que la luz solar, son radiaciones electromagnéticas.
A pesar de que la naturaleza de las ondas es la misma, debido a las propiedades que presentan las utilizadas en telecomunicación, nuestra visión no es capaz de percibirlas.
La información se codifica en estas ondas de forma que al llegar al dispositivo receptor, éste es capaz de decodificarla y por ejemplo reproducir la música en caso de unos auriculares o reproducir una película en caso de los televisores.
Todas las telecomunicaciones se realizan utilizando el mismo tipo de ondas, para que no haya interferencias entre ellas.
Cada tipo de comunicación tiene asociadas un tipo de ondas electromagnéticas diferente. De esta forma hay un grupo de ondas que sólo se utiliza para el wifi, otro para el bluetooth, otra para la TDT y otro para la comunicación móvil.
La radiación bluetooth tiene asociadas un tipo de ondas electromagnéticas dentro de las denominadas RAP (Red de Área Personal) que sólo son capaces de transmitir información a pequeñas distancias y por ello los dispositivos bluetooth suelen tener un alcance máximo de 10 metros.
Ahora bien, si la radiación bluetooth es similar a la radiación solar y el sol puede producir cáncer de piel, ¿deberías preocuparte por llevar tus auriculares bluetooth en la cabeza durante mucho tiempo?
¿Es cancerígeno?
Para empezar, vamos a analizar cómo se clasifican las ondas electromagnéticas. La clasificación más común se hace dependiendo de la energía que tienen las radiaciones. Una forma de medir la energía que tienen las ondas es mediante su frecuencia. De esta forma a mayor frecuencia, mayor energía.
La radiación bluetooth tiene una energía superior a la de las de radio y millones de veces inferior a la de los rayos X. Para hacernos una idea; este tipo de radiación tiene unas 1000 veces menos energía que la luz que podemos ver del sol.
Desde la aparición de los teléfonos móviles, se han realizado cientos de estudios acerca de la capacidad que estos dispositivos tienen para producir cáncer.
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Hay dos estudios a nivel internacional que han intentado establecer una relación entre el cáncer y las radiaciones electromagnéticas de telecomunicaciones.
Estudio de la Agencia Internacional del Cáncer
En el año 2011 en Lyon, Francia, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) celebró un congreso en el que se reunieron 30 científicos de 14 países diferentes para determinar la capacidad que tienen las radiofrecuencias electromagnéticas para provocar cáncer.
Durante este congreso se analizaron los estudios más relevantes y extensos que se habían realizado hasta la fecha sobre la relación entre las radiaciones emitidas por los móviles y la aparición de distintos tipos de cáncer en las poblaciones estudiadas.
Las conclusión que se obtuvo a través de este congreso es que los resultados que se obtuvieron no eran lo suficientemente sólidos como para considerar las radiofrecuencias electromagnéticas como cancerígenas ya que estos resultados sugieren influencias demasiado bajas como para ser concluyentes.