El éxito de Clubhouse podría desaparecer en su mejor momento

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Clubhouse se ha convertido en poco tiempo en la red social de la que todo el mundo habla. Su sistema de acceso por invitación y su limitación por ahora solo para iOS le dio cierto halo de exclusividad, a lo que sumó apariciones estelares de Elon Musk o Jared Leto que le dieron relevancia.

Sin embargo, la app, basada en audio y en las que sus usuarios conectan por medio de salas en las que pueden pedir participar, se está enfrentado un año después a sus primeros grandes problemas. Entre otros, fallos de seguridad y privacidad cuestionables, ligazones con empresas chinas que no acaban de explicar y, además, la apuesta de Twitter o Facebook por replicar sus funcionalidades.

Clubhouse ha potenciado como valor desde el principio que las conversaciones que se den en su app sean lo más espontáneas posibles. Para ello, fomenta que sus usuarios hablen a través del micrófono del móvil consiguiendo calidades de audio a veces cuestionables pero, sobre todo, impulsando que las conversaciones no sean grabadas.

Clubhouse no es privado

Esto, en primera instancia, era una apuesta por provocar el miedo a perdérselo. Que sus sean cautivos cuando les salta una notificación que esa charla no va a quedar guardada para más adelante.

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Foto: Captura de un Rooms de Clubhouse / Hipertextual

Sin embargo, desde el principio se grabaron conversaciones en Clubhouse. Podcasters con algo de maña podían hacerlo con mesas de grabación, existe incluso un bot de Telegram que lo hace automáticamente, y las conversaciones tan perseguidas de Elon Musk o Bill Gates se pueden encontrar en Youtube.

Ante esto, Alpha Exploration, la startup tras Clubhouse, modificó sus condiciones y ahora avisa cuando detecta algún intento de grabación que debe avisar a los host. En la propia organización de los usuarios, se fomentaba también que se avisara de que una charla iba a ser grabada por medio de un emoji rojo o un aviso explícito.

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Pero esta semana conocíamos algo que iba un paso más allá. Durante el pasado fin de semana, un usuario desde China pudo trampear la aplicación para extraer las conversaciones y distribuirlas a través de webs externas. Una filtración que recuerda mucho a los problemas que tuvo Zoom en el momento de su eclosión en la pandemia.

La compañía respondió eliminando a este usuario y anunciado mejoras. Pero, solo una semana antes, ya había desarrollado medidas que supuestamente deberían haber evitado una filtración así. Entre otras, se incluyen impedir que la aplicación transmita pings a servidores con sede en China -donde la app no está lanzada- y un cifrado adicional para proteger las conversaciones.

Conexiones con China
Pero ahí no acaban las cosas. Esos mismos días un informe elaborado por el Observatorio de Internet de Stanford (SIO) señala que la empresa Agora, con sede en China, proporciona el backend de Clubhouse y transmite los números de identificación de los usuarios y de las salas de chat en texto plano. Ni Agora ni Clubhouse han comentado públicamente esta asociación.

Cuando Agora se hizo pública en Wall Street en junio, mencionó en su presentación ante la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC) que en China se le exigiría "brindar asistencia y apoyo de conformidad con la ley para las autoridades de seguridad pública y seguridad nacional para proteger la seguridad nacional o ayudar en las investigaciones penales ".

El ex ejecutivo de seguridad de Facebook Alex Stamos, que ahora dirige el SIO, dijo que "Clubhouse no puede ofrecer ninguna promesa de privacidad para las conversaciones mantenidas en cualquier parte del mundo".

También observó que Clubhouse utilizaba servidores no documentados anteriormente y gestionados por EnjoyVC, otra empresa con sede en China que tampoco aparecía en ese momento en su política de privacidad. No sabemos qué servicio presta esta empresa a la aplicación, y qué implicación puede tener en los usuarios.

El reto de moderación y competencia

Más allá de esto, Clubhouse parece que tiene por delante un reto aún mayor: que gigantes como Facebook o Twitter no consigan que sus propias emulaciones de Clubhouse acaben haciendo prescindible la original.

El fenómeno de la copia en redes sociales no es desde luego nuevo, pero tanto Twitter como Facebook están trabajando en un sistema de salas de audios con chat que son realmente parecidos a la propuesta de la nueva app.

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Foto: Twitter presentó espacio de audios llamado: Spaces / Hipertextual

Spaces, la propuesta de Twitter, ya está en beta con algunos usuarios que la pueden implementar, y sus capturas de pantalla dejan claras las similitudes.

La otra pregunta, que no solo afecta a Clubhouse, es cómo moderar el contenido en audio, algo realmente complicado. “La mayor parte de lo que tiene en términos de herramientas de moderación de contenido se basa realmente en el texto”, decía Daniel Kelley, director asociado del Centro de Tecnología y Sociedad de la Liga Antidifamación, a Reuters estos días.

¿Deben ser los usuarios los únicos moderadores?
Si bien Twitter mantiene el audio de Spaces durante 30 días o más si hay un incidente, Clubhouse dice que elimina su grabación si una sesión en vivo termina sin un informe de usuario inmediato, y Discord no graba nada en absoluto, dejando a los usuarios la posibilidad de señalar contenidos inapropiados.

Clubhouse, que ha introducido controles de usuario de manera similar y que ya ha tenido polémicas, ha atraído el debate sobre si acciones como el bloqueo, que pueden evitar que los usuarios se unan a ciertas salas, se pueden emplear para acosar o excluir a los usuarios.

Es decir, que la tortilla se dé la vuelta y el mecanismo de control se convierta también en uno de censura o discriminación.

A este respecto, el cofundador de Clubhouse, Paul Davison, comentaba en una de las salas Townhall (en las que se rinden cuentas sobre el avance de la app) que ya están trabajando en mayores medidas, aunque sin especificarlas.