¿Eres de los que saca el teléfono en el cine? ¿De los que no puede evitar desbloquear el teléfono compulsivamente para ver si ha recibido una nueva notificación? ¿Respondes a los mensajes de WhatsApp incluso a mitad de la noche? ¿Reconoces haberte pasado más de una hora o dos enganchado al feed de Facebook o viendo videos en YouTube? O, peor aún, ¿te gusta tuitear en el baño?
Tenemos 8 consejos prácticos para que mantengas a raya tu creciente relación de dependencia con ese dispositivo móvil que hace 10 años no intuías que algún día se convertiría en tu amigo inseparable:
Desinstala Facebook u otros apps
Te lo decíamos hace unos meses: nada como empezar 2017 saliendo de Facebook. Si no estás preparado para dar el paso, al menos desinstala el app de tu teléfono. Ganarás un montón del siempre muy necesitado espacio de almacenamiento. Porque sí, todavía estás a tiempo de cumplir algunos de tus propósitos de año nuevo. Y ya puestos desinstalar todo app a lo Instagram, YouTube, Twitter o Snapchat que abres con la intención de chismear durante 5 minutos y en la que acabas colgado durante más de una hora sin saber exactamente qué has hecho.
Cómprate un despertador
De los de toda la vida. Porque con la excusa de que utilizas tu omnipresente móvil para despertarte por las mañanas, ni siquiera has salido de la cama y ya estás comprobando el correo electrónico del trabajo o la última tontería de tu grupo de WhatsApp preferido.
Pon un poco de distancia entre tú y tu dispositivo
Atrévete incluso a dejártelo en casa si sólo estás yendo a la cafetería de la esquina o a hacer un recado rápido. Sabemos que no hay nada peor que hacer cola en Starbucks sin la posibilidad de sacar el teléfono del bolsillo. Pero de verdad que te van a venir bien 5 minutos de simple espera. Quizá encuentras algo inesperado o aprender algo nuevo.
Vuélvete a familiarizar con el maravilloso arte de esperar
Llévate un libro para la consulta del dentista o si has quedado para tomar algo con un amigo impuntual. Y oblígate a no sacar tu teléfono del bolsillo cuando estés cenando o tomando algo con alguien que se ausenta un momento para ir al baño o salir a hacer una llamada. Haz lo que hubieras hecho hace diez años: mira a tu alrededor o simplemente abúrrete.
Vuelve a mirar por la ventana
Si vas en metro, tren o autobús, mira por la ventana, chismea lo que hacen tus compañeros de vagón o lee (un libro o revista; leer tu feed de "noticias" de Facebook no cuenta). El único inconveniente que tiene esto es que dedicarse a hacer de voyeur en el transporte público es mucho menos entretenido que hace unos años, porque básicamente todo el mundo va enterrado en la minipantalla de su dichoso dispositivo móvil. Pero siempre te queda la opción de echarte una siesta y ya.
Evita usarlo en ciertos lugares
Hay espacios en los que el uso o la presencia siquiera de tu teléfono debería estar prohibida. Y sí, el baño es uno de ellos. Tuitear mientras haces pis no es buena idea de ninguna de las maneras. Ni siquiera si tienes un teléfono a prueba de agua. Pero no te limites sólo al baño y prescinde de usar tu móvil cuando estás sentado a la mesa o en el cine. Modales y sentido común, vaya.
Dale un descanso
En ese mismo sentido, trata de limitar tu uso cuando no sea necesario que estés localizable. Siléncialo por las noches, minimiza la cantidad de notificaciones que recibes e incluso pon tu teléfono en modo de vuelo los fines de semana. Esto último te permitirá usar la cámara de tu móvil, sin tener la tentación de abrir ese video político que te ha enviado tu padre y sabes que te va a poner de mal humor pero quieres ver igualmente porque eres algo masoquista. Básicamente, vuelve a disfrutar del cine, una comida, un concierto o una excursión a la montaña sin necesidad de sacar el teléfono cada dos minutos.
Mide tu uso
Si quieres saber hasta qué punto pierdes o no el tiempo con tu teléfono, instala un app de monitorización como Moment, que te dirá cuántas horas al día usas tu móvil o qué apps son los que más utilizas, además de permitirte establecer límites.