Una joven entusiasta de la robótica y las prótesis desarrolló un innovador producto que abre el debate sobre la funcionalidad de estos aparatos. Cómo funciona
Las prótesis suelen concebirse como ayudas o soluciones para los problemas que generan las carencias físicas. Pero Dani Clode, una estudiante de diseño industrial del London’s Royal College of Art muy interesada en el tema y ya con varios proyectos previos, lo llevó más allá y exploró otra funcionalidad: la de una aparato capaz de incrementar las capacidades habituales o incluso de crear otras nuevas.
Partiendo de esa idea, diseñó un dispositivo que llamó “el tercer pulgar”, un sistema que incorpora un dedo mecánico al costado del meñique y opuesto al pulgar natural de la mano humana. Y cuando lo presentó en el Royal College of Art Graduate Exhibition, captó la atención de todos los asistentes.
El sistema es muy simple. Está simplemente hecho de un brazalete para sostener los servomotores -pequeñas cuerdas que se conectan al pulgar y controlan su movimiento- el pulgar propiamente dicho y los sensores que se encuentran en los zapatos del usuario. Sus motores son impulsados por dos sensores de presión (instalados en las plantillas de los zapatos) y se comunican con el pulgar a través de Bluetooth, respondiendo a cantidades variables de presión y velocidad. Un sensor de presión controla la flexión y la extensión del pulgar, mientras que el otro controla la aducción y la abducción. El dedo, además, impreso en 3D en un plástico llamado Ninjaflex, puede adoptar diversos tamaños para adaptarse a todo tipo de manos.
Lo que quizás sea más intrigante de las prótesis son las reacciones de las personas que lo prueban en el video que Clode hizo para demostrar cómo se usa. Todos sonríen, como si de pronto se dieran cuenta de que les faltó ese pulgar extra toda su vida. Como ella indica, la gente se adapta a él rápidamente y pronto lo utiliza para todo tipo de tareas. Desde barajar un mazo de cartas hasta tocar acordes en una guitarra. Aunque puede parecer innecesario, el invento es un catalizador que promueve un debate en robótica, imaginando un futuro en donde las prótesis sirven como una extensión más que como un arreglo.
El pulgar extra es muy fácil de usar y es sencillo acostumbrarse al movimiento
Clode, que todavía no tiene planes de comercializarlo, sostiene que su intención al crear el pulgar era ampliar el concepto de las prótesis, señalando que el significado original de la palabra significaba añadir algo nuevo, no reemplazar algo perdido. El pulgar que ha creado no sólo añade una sexta extremidad a la mano, sino que agrega funciones que las personas descubren gradualmente a medida que se acostumbran a usar el dispositivo. Los que pudieron probarlo lo encontraron excitante e inusual.
Clode dice que los aspectos más desafiantes del desarrollo fueron la fuerza motriz y la duración de la batería, y siguen siendo las mayores barreras para la progresión. Sin embargo, la rápida tasa de desarrollo en estas áreas debe abrir un mundo de posibilidades. Mientras el público aguarda a que tal vez este pulgar pueda industrializarse, Clode indicó que se conforma simplemente con abrir un debate social con respecto a las funcionalidades de las prótesis.