Llamadas con número oculto sin cesar, envío en masa de correos electrónicos, mensajes continuos en redes sociales… Si sufre este "acecho" online es víctima del ciberstalking, un fenómeno creciente que ya es delito en el que se refugian venganzas de exparejas u obsesiones con famosos.
Aupado por internet, el acoso de toda la vida ha dado en los últimos año el salto a las nuevas formas de comunicarnos, especialmente con las redes sociales, donde la identidad real de una persona puede camuflarse para perseguir virtualmente a otra persona hasta llegar a amedrentarla.
Conscientes de esta conducta, la última reforma de 2015 del Código Penal introdujo en su artículo 172 el acoso persistente o, en terminología anglosajona, stalking o ciberstalking, para referirse a un delito que, sin llegar a ser el de amenazas o lesiones, afecta a la libertad y la sensación de seguridad de la víctima.
Una infracción penal que castiga con penas de 3 meses a 2 años de cárcel a quien acose a una persona de forma insistente y reiterado alterando gravemente su vida cotidiana.
Hace menos de un mes, el Tribunal Supremo se pronunció por vez primera sobre este nuevo delito después de una mujer solicitara la aplicación de esta tipología a su expareja que en una semana la hostigó con llamadas nocturnas, envío de fotos intimidatorias y varias reclamaciones de objetos personales.
En este caso, fue desestimando el recurso al entender el tribunal que la conducta que sufría la mujer no cumplía el patrón "sistemático" de acoso "con vocación de cierta perpetuación temporal", es decir, para que se atribuya a alguien un delito de ciberstalking es necesaria "una metódica secuencia de acciones que obliguen a la víctima, como única vía escapatoria, a variar sus hábitos cotidianos".
Desde el Grupo de Delitos Telemáticos (GDT) de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil explican que este delito ha incrementado en los últimos años; sobre todo entre exparejas, que "machacan" al otro y se aprovechan de todo lo que saben de la víctima para acosarla.
Pero donde el ciberstalking ha surgido con más fuerza, advierten desde esta unidad especializada, es entre los personajes públicos, especialmente entre actrices, cantantes o periodistas, con las que se obsesionan fanáticos que no dudan en "asediarlas" por las redes sociales.
No es necesario llegar a este extremo, dice la Guardia Civil, que da unas pautas para enfrentarse a este acecho. Como regla de oro, no contestar a ninguna mención del acosador, pues lo que busca es ese intercambio y después bloquear ese perfil, correo electrónico o móvil.
"Si la conducta no cesa, hay que denunciar", dejan claro los investigadores que recuerdan que la pesquisas para dar con la persona que está detrás de ese acoso no son excesivamente complejas, por lo que es fácil llegar hasta la persona y detenerla.
Atajar estas conductas sigue siendo para Twitter uno de sus mayores retos. Tras diez años de vida de los 140 caracteres, el gigante del "microblogging" anunció hace dos meses nuevas medidas contra el acoso.
Es posible ya que un usuario pueda silenciar tuits que contengan determinadas palabras, que tengan como foto de perfil el avatar de Twitter (el llamado "huevo) o perfiles que no lleven asociado ninguna cuenta un correo o número de teléfono verificados.