Será en apenas dos semanas cuando dé comienzo una nueva edición del Mobile World Congress de Barcelona. En la Ciudad Condal se darán cita prácticamente todos los grandes fabricantes de teléfonos móviles del mundo, y allí se exhibirá parte del arsenal para conquistar el mercado en esta primera mitad del año, y quién sabe si también en parte de la segunda. Y en medio de todos, asistiremos a una reaparición.
Como el ave Fénix mitológico, Nokia debe resurgir de sus cenizas y volver a mostrar sus cartas. No será la misma Nokia que conocíamos, pues su poder está ahora bastante mermado y se ha convertido más en una emisaria de HMD que en una compañía con entidad propia, pero aún así cuenta con el suficiente atractivo para captar buena parte de la atención mediática del evento. Son muchos los que la esperan.
El mercado ya no es lo que era
Como rezaba el monólogo de Galadriel, el mundo ha cambiado. Mucho tiempo ha pasado desde la dominación que Nokia ejercía sobre el mercado, y su alianza con Microsoft no fue un pacto beneficioso para ambas partes como todos esperaban. Nokia vuelve ahora aliada con Android, en las manos de otro fabricante y con la esperanza de volver a levantar una marca que ya no tiene el peso del pasado.
La nostalgia no suele ser una ayuda en estos casos, y explotarla no suele conducir por un camino que lleva a las marcas al éxito. Parece que los finlandeses preparan un homenaje al Nokia 3310, a aquel móvil del pasado que, como Mjölnir, resultaba prácticamente indestructible y menos selectivo a la hora de elegir amos. Lo esperamos como un nuevo dumbphone sin muchos añadidos más allá de despertar algo en los corazones de quienes lo tuvieron en su momento, o quienes envidiaron a los que lo tenían.
En otros sectores sí se han dado casos de explotación exitosa de la nostalgia, no obstante. Sólo hace falta echar un vistazo a los dispositivos que Nintendo puso en circulación recientemente para ver la miniNES, rompiendo stocks allá por donde pasa. La propia Nokia puede apoyarse en las ventas de su Nokia 6, un modelo que parece estar provocando que HMD no sea capaz de producir tantos móviles como le demandan.
Este movimiento con el 3310 puede que sea inocuo a la hora de cosechar cuota de mercado, pero sí servirá para que buena parte de los flashes de medios tecnológicos, y no tan tecnológicos, se giren hacia aquel gigante del pasado que ahora trata de abrirse paso de nuevo en el sector. Puede que la resurrección del 3310 sea sólo un gesto romántico, muy propio de este 14 de febrero que recorremos ahora mismo, pero su efecto en el público puede ser beneficioso.