El taxista que mató a Nelly Argentina Romero y dejó abandonado su cuerpo en el barrio Arnoldo Alemán, en Managua, no solo está tras las rejas; sino que también confesó el crimen.
Tahir Estrada Hernández, de 36 años, es el nombre de este hombre; a quien le encontraron todas las pertenencias de la víctima durante su captura.
Familiares de la mujer se muestran indignados y no descartan que el sujeto haya intentado violarla.
«Él confesó, él me la mató porque quiso. Ella tenía como que le habían dado con una piedra aquí en la cabeza. Él dijo que él la llevó, pero que él le quiso robar, como ella no se dejó, vino él y la iba a violar. Ella forcejeó. Mi hija era bien enojada»; señaló Pascuala Bojorge, mamá de la víctima de este hecho criminal en Managua.
«Dice que sus intenciones no eran matarla, ¿entonces por qué lo hizo? Él no dice por qué ella se tiró, porque si él le quiso robar, ella entrega todo, pero no iba a tirarse del carro. Entonces para mí, él la intentó violar»; dijo Joseline Romero Meza, sobrina de la víctima.
Más detalles del caso sangriento en un barrio de Managua
«Las uñas iban arrancadas, porque ella usaba uñas acrílicas, iban rotas, desgarradas, donde ella parece que iba arrastrándose. Llevaba golpes y rasguños»; continuó Joseline.
Aunque en un primer momento se presumía que la víctima fue atropellada, la sospecha se avivó entre familiares al no encontrar sus pertenencias.
«Ella llevaba zapatos, anillos, aretes, cadenas, cartera, sus calcetines iban rotos, puro lodo, su camisa rota, su camisa iba arrancada al lado del pecho. Yo supongo que no fue ahí el hecho, él tiene que decir dónde empezó a agredirla«; agregó Romero Meza.
«Tiene que pagar, no puede ser, me deja en la orfandad a una niña»; continuó Doña Pascuala, desde el barrio Arnoldo Alemán, en Managua.
Momentos de tragedia y dolor para una familia
La progenitora de Nelly no solo vive con el dolor de haber perdido a su hija, hoy también se muestra afectada por la ausencia de su nieta (hija de la víctima), cuyo padre decidió llevarse.
«No es justo que me la vengan a quitar. Yo reconozco, era su padre, pero aquí quien la mantenía era ella. Aquí mi hija asumía pampers (pañales), leche y en casa de ese hombre ni querían a mi hija»; continuó Pascuala.
Nelly dejó a medias un cuarto que con mucho esfuerzo venía construyendo para ella y su hija.
«Si hubiera perdido a mi hija en otra circunstancia, tal vez no estuviera así, pero la manera en la que murió a mí me deja sin aliento«, finalizó Bojorge.
Así mismo, informó que por muchos años Nelly laboró en una zona franca de Managua.
Ahora, para su progenitora, el dolor de no tenerla es un dolor cada vez más punzante.
