Estados Unidos reivindicó el miércoles dos bombardeos efectuados con drones la semana pasada contra Al Qaida en Yemen, en los que murieron cuatro combatientes del grupo extremista.
El primer ataque fue realizado el 20 de setiembre en la provincia central de Marib, muriendo dos miembros de Al Qaida, según el comando de las fuerzas estadounidenses en Medio Oriente.
El segundo tuvo lugar el 22 de setiembre en la provincia de Baïda (centro), muriendo otros dos yihadistas.
Ambos ataques habían sido reportados por fuentes de seguridad yemeníes, pero éstas no los habían atribuido explícitamente a Estados Unidos.
El presidente Barack Obama ha dado un fuerte impulso a los ataques con drones, y prometió ser más transparente sobre la eliminación de dirigentes yihadistas, dando cada año un balance de los combatientes abatidos en esas operaciones.
Washington considera la rama de Al Qaida en la península Arabiga (Aqpa), con sede en Yemen, como la más peligrosa de la red extremista.
En Yemen, las fuerzas gubernamentales, apoyadas desde marzo de 2015 por una coalición militar árabe liderada por Arabia Saudita, luchan a la vez contra rebeldes hutíes, que controlan parte del país -como la capital, Saná-, y contra grupos yihadistas implantados en el sur.
El conflicto en Yemen ha causado 6.600 muertos desde la intervención de la coalición árabe, según la ONU.
Este país está sumido desde 2014 en una guerra que enfrenta a los hutíes, rebeldes chiitas procedentes del norte, con el gobierno del presidente Abd Rabo Mansur Hadi, que fue expulsado de la capital, Saná, y cuyas fuerzas se reagrupan ahora en el sur.