Un sacerdote que predicaba en el violento estado mexicano de Michoacán (oeste) fue secuestrado, denunció el jueves un cardenal, tres días después del hallazgo de los cadáveres baleados de otros dos curas en Veracruz (este).
Tras la «pena» por el asesinato de «dos sacerdotes jóvenes de la diócesis de Papantla, Veracruz, ahora sufrimos en carne propia la angustia de la desaparición, del secuestro de uno de nuestros sacerdotes, el padre José Alfredo López Guillén«, dijo el cardenal Alberto Suárez Inda en un video subido a YouTube.
El sacerdote estaba adscrito al municipio de Puruándiro y fue plagiado el pasado 19 de septiembre «después de que fue saqueada la casa parroquial», detalló Suárez Inda, arzobispo de Morelia, en Michoacán, en un comunicado distribuido por la Conferencia del Episcopado Mexicano.
«Suplicamos se respete la vida e integridad personal del sacerdote para que pueda cuanto antes reincorporarse a su labor pastoral», se añade en el comunicado.
«No se justifica de ninguna manera esta barbaridad», enfatizó Suárez Inda.
Magdalena Guzmán, portavoz de la fiscalía estatal, dijo a la AFP que «no hay solicitud de rescate» para el sacerdote.
«Se logró establecer que el clérigo estuvo reunido el lunes por la noche con unas personas en la casa parroquial, según la declaración de la asistente del lugar, quien por la mañana del martes al regresar al lugar y no encontrar al sacerdote notificó a la familia del párroco la desaparición y estos a su vez a la» fiscalía, dijo Guzmán.
El domingo los sacerdotes Alejo Nabor Jiménez y José Alfredo Suárez fueron sustraídos de su propia parroquia en Poza Rica, Veracruz (este).
Sus cadáveres fueron hallados con impactos de balas el lunes entre la maleza de un paraje carretero cercano.
Según las autoridades de Veracruz, los sacerdotes conocían a sus asesinos y habían tomado unas copas con ellos antes de que el encuentro se volviera violento y los atacantes les robaran unos 252 dólares de limosnas.
Según el Centro Católico Multimedial, desde que el presidente Enrique Peña Nieto asumió el mandato, en diciembre de 2012, 14 sacerdotes, un seminarista y un sacristán fueron asesinados, y dos sacerdotes desaparecieron en México.