La violencia generalizada en Kinshasa, capital de la República Democrática de El Congo, dejó 100 fallecidos tras dos días de enfrentamientos entre la Policía y la oposición de ese país. La cifra de civiles muertos triplica la de víctimas de la Policía.
La pretensión de Joseph Kabila, presidente congoleño, de no convocar a elecciones este año, tal y como dicta la Constitución local, generó una ola de protestas en el mayor país al sur del Sahara.
Tres sedes de partidos de la oposición congolesa fueron incendiadas a lo largo de la noche del martes y localizaron dos cadáveres calcinados en el interior del edificio destruido de la Unión para la Democracia y el Progreso Social (UDPS), la principal formación contraria a la mayoría gubernamental.
La ONU reconoció el uso de excesiva violencia por las fuerzas de seguridad y la existencia de 200 detenidos tras las protestas del pasado lunes. «Lo que está sucediendo supone un momento de crucial importancia. Existe la posibilidad de que la tensión política devenga en una crisis política seria», indicó Rupert Colville, portavoz de las Naciones Unidas.