Turquía anunció haber desbaratado un ataque al haber encontrado más de 600 kilos de explosivos diseminados en un cementerio de la región de Diyarbakir (sureste), que uno de los responsables del AKP, el partido en el poder, suele visitar, según la agencia Dogan.
En total, se encontraron «ocho bombonas de gas, 1.700 metros de cables, dos bidones de 120 kilos con 240 kilos de amonio mezclados con nitrato», es decir, «640 kilos de explosivos«, en cinco puntos diferentes del cementerio del distrito de Bismil, en la región de Diyarbakir (de mayoría kurda), detalló la gobernación, citada por la agencia Dogan.
Los explosivos fueron encontrados cerca de la tumba de la madre del director adjunto del Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP), Mehdi Eker, cuyos «hermano, padre y tío están enterrados» en el mismo cementerio, que el responsable tiene costumbre de visitar en la víspera de las fiestas religiosas.
A pesar de la amenaza, Eker precisó, durante una entrevista con la cadena NTV, que acudiría al cementerio el domingo, en la víspera del Aid Al Adha (Fiesta del sacrificio).
«Pensamos que se había planificado un asesinato durante esta visita», declaró un responsable turco que pidió el anonimato.
«Preveían una gran masacre«, denunció Eker, considerando que «no era un proyecto de asesinato contra una sola persona. Más de un centenar de personas habrían sido alcanzadas al mismo tiempo que yo».
La identidad de los grupos que están detrás de este intento de ataque no se especificó.
«Tenemos, por un lado, el PKK, por otro, Dáesh [acrónimo árabe para el grupo yihadista Estado Islámico], por otro, los gulenistas […] Son organizaciones que están vinculadas entre sí», agregó Mehdi Eker.
El descubrimiento del material explosivo coincidió con el retorno de Estados Unidos de Eker, exministro de Agricultura, donde acudió con un equipo de abogados para solicitar la extradición del expredicador Fethullah Gülen, a quien Ankara acusa de haber dirigido el golpe de Estado fallido del pasado 15 de julio.