El director de la agencia de asistencia humanitaria de la ONU instó el lunes a todas las fuerzas combatientes en Alepo a acordar una tregua de 48 horas para permitir la entrega de muy necesitada ayuda, y advirtió que de lo contrario el mundo se arriesga a ver «una catástrofe humanitaria sin parangón en los más de cinco años de derramamiento de sangre» en Siria.
Stephen O’Brien señaló que Alepo está siendo bombardeada diariamente, incluida una decena de ataques ocurridos el lunes, y que la ciudad se ha convertido en «el ápice del horror» en «la mayor crisis de nuestro tiempo».
Dijo al Consejo de Seguridad de la ONU, el cual ha estado profundamente dividido respecto a Siria, que «ustedes tienen el poder con un bolígrafo, con una simple firma, de permitir que llegue alimento a la gente».
O’Brien indicó que se solicitó a la ONU en agosto entregar ayuda a casi un millón de personas que se encuentran sitiadas y en áreas de difícil acceso, pero el gobierno sirio aprobó menos del 50% de las solicitudes, negando ayuda al este de Alepo, que está en poder de rebeldes, y a varias otras áreas sitiadas.
O’Brien agregó que ninguna caravana de ayuda se ha movilizado aún debido a los combates, la inseguridad y los requerimientos burocráticos, y el fin de mes se encuentra a pocos días de distancia.
Rusia, un aliado cercano del gobierno del presidente sirio Bashar Assad, dijo el jueves pasado que estaba lista para respaldar el llamado de la ONU a establecer treguas semanales de 48 horas en Alepo, a condición que las caravanas de ayuda viajen tanto a partes de la ciudad bajo control de rebeldes como a partes controladas por el gobierno. La viceembajadora de Estados Unidos ante la ONU, Michele Sison, reiteró el apoyo estadounidense al cese al fuego por razones humanitarias en su discurso ante el consejo.
O’Brien recibió con agrado el anuncio ruso pero manifestó que «necesitamos el acuerdo de todas las partes para que nos permitan realizar nuestro trabajo».
El director de asistencia humanitaria de la ONU dijo que él y su oficina están trabajando con todas las partes buscando asegurar que la oferta rusa se pueda traducir en «un cese global».
El este de Alepo, en poder de los rebeldes y donde viven alrededor de 275.000 personas, ha estado privado casi por completo de suministros vitales, incluyendo alimentos, agua, medicina y electricidad, durante más de un mes, dijo O’Brien, mientras que el acceso a aproximadamente 1,5 millones de personas en el oeste de la ciudad, controlado por el gobierno, «sigue siendo extremadamente difícil».