Las palabras se quedan cortas ante el dolor y pesar que hay en la familia del agente de la Policía Nacional Civil de El Salvador, Héctor Enmanuel Barrera, asesinado la noche del sábado a la salida de una pupusería de Santa Ana, donde había cenado con su esposa y su hijo.
El agente Barrera González se convierte en el policía número 25 en ser asesinado este año, algunos se encontraban de licencia, otros en cumplimiento del deber.
El año pasado, la Corporación Policial registró más de 60 policías ultimados, el 60 por ciento de los casos, aseguró el director de la Policía, Howard Cotto, fueron resuelto con capturas, casi infraganti horas después del hecho.
Por el asesinato del agente Barrera, la Policía reportó ayer por la tarde en su cuenta de Twitter, la captura de un sujeto como sospechoso del hecho, identificado como Rolando R.
Cerca de las 3:00 de la tarde de este domingo pusieron a la disposición del público los restos del agente Barrera, quien deja un legado de 16 años de servicio.
Familiares, compañeros policías y amistades comenzaban a llegar al velorio que se desarrollaba en una funeraria de Chalchuapa.
«Mi primo era un buen hombre, alegre y entregado a las cosas buenas», afirmó un pariente tras esperar que llevaran el féretro.
Un subinspector indicó que recuerda muy bien cuando allá por el año 2000 llegó a la Delegación Centro recién graduado de la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP).
«Por el perfil que él tenía de ser una persona bastante responsable, el jefe de la Delegación Centro de ese entonces (Vladimir Cáceres) lo eligió para que fuera su seguridad», detalló el subinspector José Pineda.
Pero, además, Barrera se desempeñaba en el área de prevención, familia y seguridad pública sin perder de vista su misión para el cual había sido asignado.
«En lo personal como amigo era llevadero, le gustaba el deporte, jugábamos fútbol de vez en cuando, a veces junto a su hijo a quien le inculcaba esos valores y como amigo y compañero de trabajo no tengo nada que decir, era una excelente persona», señaló el oficial.
Con todos estos atributos la Corporación pierde otro gran policía y la sociedad un gran padre porque él siempre fue dedicado al trabajo y a su familia de conducta intachable.
El policía había salido de licencia el viernes y el sábado quiso salir de la rutina, por lo que decidió salir a cenar con su esposa e hijo a una pupusería en Santa Ana.
Nunca se imaginó que ladrones ingresaran al negocio y que él y su familia se convertirían en víctimas.
Al primero que arremetió contra él lo logró neutralizar pero afuera de la pupusería habían otros dos sujetos quienes lo despojaron del arma, le dispararon y huyeron en un vehículo pasadas las 7:00 de la noche del sábado.