Al menos 70 personas murieron y más de un centenar resultaron heridas este lunes cuando un atacante suicida se hizo explotar en medio de una multitud congregada en señal de duelo frente a un hospital del suroeste de Pakistán.
La explosión produjo una carnicería frente a la sala de urgencias del hospital civil de Quetta, donde unas 200 personas estaban reunidas para compartir su pena por el asesinato pocas horas antes de un reputado abogado de la región, indicó un periodista de la AFP en el lugar.
«El balance alcanzó los 70 muertos y 112 heridos«, indicó a la prensa el doctor Masood Nausherwani, jefe de los servicios de Salud de la provincia de Baluchistán, cuya capital es Quetta.
Se trata del segundo atentado más letal cometido en Pakistán este año, después del ataque suicida que a fines de marzo mató a 75 personas, entre ellas muchos niños, en un parque de Lahore (este), donde la minoría cristiana celebraba la Pascua.
Hasta el momento ningún grupo revindicó el asesinato del abogado, pero si una facción de los talibanes de Pakistán reivindicaron la responsabilidad del atentado contra el hospital.
Un portavoz de Jamaatul Ahara, vinculado al grupo pakistaní Tehereek-e-Taliban, declaró a los periodistas a través de un correo electrónico que su facción «acepta la responsabilidad» del ataque en la ciudad de Quetta (suroeste) y amenazó con más ataques «hasta que se imponga un sistema islámico en Pakistán«.
Numerosos grupos armados -islamistas, antichiitas, separatistas, etc.- están implantados en Baluchistán, una provincia fronteriza con Irán y Afganistán rica en hidrocarburos.
El ejército se desplegó en los hospitales de la ciudad y en sus alrededores, según las autoridades.
Los cuerpos yacían en medio de un mar de sangre y de trozos de vidrio; y los sobrevivientes, en estado de conmoción, trataban de reconfortarse mutuamente, indicó el reportero de la AFP. Muchas de las víctimas vestían traje y corbata.
‘Todo se volvió oscuro’
El periodista de la AFP se encontraba a 20 metros del lugar de la explosión cuando ésta se produjo.
«Había una gran humareda negra y polvo», explica. «Volví corriendo al lugar y vi cuerpos dispersos y muchos heridos llorando. Había muchos charcos de sangre, trozos de carne y miembros», añade.
Miembros del personal médico, también en sollozos, acudieron rápidamente al lugar del atentado aún humeante para ayudar a las víctimas, describe.
Pervez Masi, que resultó herido por fragmentos de vidrio, indicó que la explosión fue tan potente que no comprendían lo que pasaba. «Muchos de mis amigos murieron», «quienes hacen esto son animales», añadió.
La policía confirmó que se trataba de un atentado suicida.
La explosión se produjo cuando los abogados se habían reunido delante del servicio de urgencias. Algunos habían entrado y otros permanecían junto a la verja de la entrada, contó el doctor Adnan, del hospital civil de Quetta.
«Hubo una tremenda explosión y de pronto todo se volvió oscuro. Al principio creí que se había derrumbado un edificio. Luego hubo gritos», agregó.
Muchos abogados y periodistas habían acudido al hospital después del asesinato del presidente del colegio de abogados de Baluchistán, Bilal Anwar Kasi, abatido por dos individuos armados cuando salía de su domicilio.
El primer ministro paquistaní Nawaz Sharif condenó el atentado y ordenó reforzar las medidas de seguridad.
«No dejaremos que nadie perturbe la paz de esta provincia, que hemos conseguido restaurar a costa de tantos sacrificios de las fuerzas de seguridad, de la policía y de la población», afirmó el jefe de gobierno en un comunicado difundido por su despacho.
Las fuerzas de seguridad y los edificios gubernamentales paquistaníes son blanco frecuente de los grupos insurgentes.
Los atentados contra hospitales tienen precedentes. En 2010, trece personas murieron al estallar una bomba en la unidad de emergencias de un hospital de Karachi, donde recibían atención médica las víctimas de un atentado cometido poco antes.