Uno de los últimos grupos de mamuts lanudos que vivieron sobre el planeta podría haber muerto de sed hace 5.600 años debido a la crecida de las aguas saladas del mar alrededor de la isla donde vivían, según investigadores.
Su estudio, publicado el lunes en la revista Actas de la Academia estadounidense de las Ciencias (PNAS), advierte también que un escenario similar podría poner en peligro la supervivencia de los habitantes y los animales de algunas islas en los próximos años por el calentamiento climático y la elevación del nivel de los océanos.
Los investigadores trabajaron en la isla de St. Paul, lugar aislado en el suroeste de Alaska, otrora parte de la zona que emergía en el estrecho de Bering y que unía el continente americano y Asia.
El agua rodeó paulatinamente esa tierra, que finalmente se convirtió en una isla hace cerca de 14.000 años. Actualmente tiene 110 km2.
Ningún ser humano vivía en esa región en aquel momento, según los científicos, que recolectaron sedimentos del lecho de uno de los pocos lagos de agua dulce para tratar de comprender lo que pasó con los mamuts.
Con la ayuda de análisis de carbono-14, pudieron determinar cuándo se habían ido estos grandes mamíferos.
El ADN encontrado en estos sedimentos «mostró la presencia de mamuts hasta hace 5.650 años, más o menos», indicó el estudio.
«Tras este período, no hay más ADN de mamuts y, por tanto, más mamuts de la isla».
Los científicos estiman que estos animales, parecidos a los elefantes, llegaron a sobrevivir unos 5.000 años más que los mamuts que vivían en los continentes. Estos últimos desaparecieron antes, también a causa del cambio climático, pero además debido a la caza de que fueron víctimas.
Pero los mamuts de la isla de St. Paul murieron también por la falta de agua dulce.
«Es un cuadro triste para estos mamuts«, dice Matthew Wooler, de la Universidad de Alaska, en Fairbanks, coautor del estudio.
«El nivel de recursos de agua dulce les fue poniendo progresivamente en una posición insostenible», señaló.
Sólo una población de mamuts en la isla de Wrangel, al norte de Siberia, desaparecida hace 4.700 años, sobrevivió más tiempo que la de la isla de St. Paul.
«Este estudio refuerza las inquietudes del siglo XXI relativas a la vulnerabilidad de las poblaciones, especialmente humanas, en algunas islas debido al calentamiento, el aumento del nivel del mar y los problemas de accesibilidad al agua dulce«, concluyen los investigadores.