Don José Pérez, conocido agricultor de Coatepeque, Santa Ana, ciudad ubicada en el centro de San Salvador, fue asesinado junto a sus dos sobrinos por presuntos delincuentes, aun las autoridades no tienen detenidos.
José Rubén Pérez Morán, de 67 anos, tenía desde su juventud tres manzanas de tierras en el cantón Siete Príncipes, en Coatepeque, las cuales ocupaba para sembrar café y maíz. Con los años Pérez se ganó la simpatía y el respeto de los habitantes or lo que llegó a ser concejal en la Alcaldía de Coatepeque entre los años 2000 y 2015.
Tras dejar el cargo siguió haciendo tareas agrícolas junto con sus tres sobrinos, a quienes crió como si fueran sus hijos.
La mañana del domingo, dos de ellos, Henry Alexander Rojas Pérez, de 26 años, y su hermano Douglas Omar, de 25, salieron con Rubén de la vivienda rumbo al cafetal, iban a ponerle abono a los cultivos y a las 5:00 de p.m. tendrían que estar de regreso en la casa. Eso no pasó.
Sus parientes les llamaron por teléfono varias veces y al no tener respuesta se organizaron con sus vecinos y la Policía para salir a buscarlos.
Alrededor de las 7 de la noche del mismo domingo hallaron algunas pertenencias de los hombres a más de un kilómetro de sus terrenos. Luego, entre matorrales, descubrieron una fosa donde estaban los cadáveres de los tres agricultores, quienes eran parientes de un Policía.
La escena era de difícil acceso, por lo que las autoridades llegaron hasta ayer a las 10:00 a.m., a realizar el reconocimiento forense.
Los allegados de las víctimas portaban palas y machetes: a ellos les tocó remover la tierra para extraer los cuerpos.
Los han dejado uno encima del otro. Tienen las manos atadas y tapada la boca. Los mataron con arma blanca, contó un anciano que conoce a los Pérez desde hace varias décadas y fue de los que ayudaron a hacer la exhumación.
Los parientes de las víctimas relataron que hace seis meses habían llegado a cortar café cuando fueron sorprendidos por unos seis pandilleros que portaban armas de fuego.
Los delincuentes, según las fuentes, se limitaron a hacerles preguntas, entre ellas dónde vivían, y luego se fueron.
Esa vez sentimos un poco de temor y pensamos en dejar abandonado esto (los terrenos), pero uno se encariña con lo que hace y además de aquí sacamos provisiones de alimento… Ya no sabemos si volveremos, dijo con tono desolado un familiar.
Ninguna de las víctimas había sido amenazada, por lo que sus parientes sospechan que los asesinaron porque los delincuentes creían que podían estar vinculados con pandilleros rivales.
Pero esto no era así, aseveraron varios conocidos de las víctimas que estaban en la escena.
Según ellos, los hombres eran muy trabajadores y queridos en la comunidad. Ambos ayudaban a su tío en las tareas agrícolas en su tiempo libre.
En la semana, desde hace un año, Henry Alexander trabajaba como operario de frijol cocido molido en una empresa alimenticia. Mientras que Douglas Omar tenía siete años de trabajar en una empresa textil. El cargo que tenía actualmente era de auditor. Deja en la orfandad a una niña.
Mientras las autoridades procesaban la escena del triple homicidio, algunos agricultores se dedicaban a limpiar sus cultivos.
Aunque algunos dijeron sentirse atemorizados con lo ocurrido, señalaron que no pueden dejar de frecuentar los terrenos porque de eso sostienen a sus familias.
Algunos afectados señalaron que los planes de seguridad en los que participa la Policía Rural no les produce una sensación de alivio porque saben que no hay suficientes agentes para cumplir la tarea.