Habitantes de la ciudad de Alepo, en el norte de Siria, y el principal grupo de la oposición siria expresaron su indignación después de que unos rebeldes decapitaran a un niño, denunciando un «acto de odio» en un país arrasado por los horrores de la guerra.
El brutal asesinato, filmado y difundido el martes en las redes sociales, fue efectuado por rebeldes islamistas que acusaron al chico de combatir en las filas del régimen sirio de Bashar Al Asad.
«¿Cómo pueden masacrar a un niño de esta forma?», se preguntaba Basel Zein, un peluquero de 25 años que reside en el barrio de Al Kalasé de Alepo, en manos de los insurgentes. La segunda ciudad de Siria está dividida en una parte este, controlada por los rebeldes, y una parte oeste, en manos del régimen de Al Asad.
«Debería haber sido juzgado de manera justa y quizá intercambiado por rebeldes detenidos por el régimen en lugar de (ser sometido) a este acto de odio«, añadió.
Mohamad Badaui, imán en una mezquita de Alepo, afirmó que esta acción «es obra de criminales. Está prohibido por el islam».
El joven fue decapitado por miembros del grupo rebelde Nuredin Zinki en la parte trasera de un camión, en una vía pública del barrio de Al Mashad, en manos de los insurgentes.
En el video, los rebeldes acusan al niño de pertenecer a la brigadas Al Qods y afirman haberlo capturado durante unos combates en el norte de Alepo, donde se enfrentan rebeldes y fuerzas leales a Al Asad.
Las brigadas Al Qods negaron que el niño formase parte de su movimiento y señalaron que se trataba de un refugiado palestino de 12 años.
En un comunicado oficial, el grupo rebelde incriminado afirmó que la decapitación es «un error individual que no representa la política general del grupo».
Las personas implicadas fueron detenidas y puestas a disposición de una comisión de investigación que hará público su veredicto «lo más pronto posible», agregó Nuredin Zinki.
‘Error grave’
El macabro incidente también fue condenado por la Coalición Nacional Siria, principal grupo de la oposición política en el exilio, que expresó su «conmoción frente a escenas horribles» e instó al grupo rebelde a castigar a los culpables.
«La Coalición […] no respalda ningún comportamiento contrario a los principios de la revolución y a las aspiraciones del pueblo sirio [que reclama] libertad, dignidad y justicia», subraya el comunicado.
El grupo Nuredin Zinki, muy presente en la provincia de Alepo, recibió en un momento dado misiles antitanque estadounidenses, aunque estas ayudas militares parecen haberse interrumpido desde 2015.
El movimiento ya había sido acusado de abusos a principios de mes cuando Amnistía Internacional culpó a los rebeldes islamistas y yihadistas en activo en Siria de perpetrar crímenes de guerra y de ser responsables «de una espantosa oleada de secuestros, torturas y ejecuciones sumarias».
El miércoles, la misma oenegé consideró que el «horrible video» constituye «un siniestro ejemplo más de las ejecuciones sumarias de personas capturadas». «Estos actos constituyen crímenes de guerra», destacó Amnistía Internacional.
En Washington, el Departamento de Estado indicó que había sido informado del «horrible» incidente y señaló que podría reconsiderar su apoyo al grupo rebelde.
«Estamos investigando para tener más información», afirmó el martes su portavoz, Mark Toner. «Si se revela que estas alegaciones están fundadas, volveremos a examinar todo vínculo o cooperación que podamos tener con ese grupo», añadió.
En los barrios orientales de Alepo, asediados por las fuerzas gubernamentales, los habitantes acusaron a Nuredin Zinki de ensombrecer la imagen de la rebelión que desde hace cinco años lucha contra el régimen de Bashar al Asad.
Para Mohammad Mansur, habitante del barrio de Al Mashad, donde tuvo lugar la ejecución, ésta «es un error grave que va a perjudicar a todos los grupos rebeldes del Ejército Libre de Siria«, que designa a los insurgentes no yihadistas de Siria.
«Nada en el islam permite matar a prisioneros. El islam quiere que los detenidos sean bien tratados, alimentados y curados», afirmó.
Las organizaciones de defensa de los derechos humanos afirman que en Siria se han cometido crímenes de guerra por parte de todas las partes implicadas en el conflicto, que comenzó en marzo de 2011 y que ha costado la vida a más de 280.000 personas.