Autoridades hondureñas han incautado más de 13 mil armas de guerras que son utilizadas por organizaciones criminales.
El mortífero fusil de asalto Avtomat Kaláshnikova, conocido simplemente como AK-47, de fabricación rusa, y el semiautomático AR-15, de fabricación estadounidense, lideran el mercado de las armas largas prohibidas en Honduras y señalan las rutas que siguen los arsenales comercializados ilegalmente en la región.
Sin embargo, los revólveres y pistolas (fabricadas en diferentes países) son las más utilizadas, partiendo del hecho de que alrededor del 85% de armas decomisadas son cortas.
Todas estas, adquiridas en un vasto mercado que involucra a Honduras, Guatemala y El Salvador, son utilizadas por organizaciones criminales, como la Mara Salvatrucha 13 y la Mara 18, bandas de asaltantes, sicarios y células de los Zetas (México), que trafican drogas y personas.
Entre la semana anterior y esta, la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina) le decomisó fusiles AK-47, AR-15 y otras armas largas en Cofradía, San Pedro Sula, a una banda de delincuentes, y una mini Uzi (fabricación israelí) a tres jóvenes miembros de la Mara 18 en Tegucigalpa.
En la colonia Las Torres de Comayagüela capturaron a dos hombres con cinco fusiles AR-15, una mini Uzi, 3 mil proyectiles, bombas lacrimógenas y chalecos de uso policial.
En cada captura es más común el hallazgo de miniarsenales. Ayer, a tres pandilleros de Chamelecón, supuestos jefes de la Mara 18, les decomisaron una carabina M-16, un fusil AR-15, una pistola 40 milímetros, dos pistolas calibre nueve milímetros, seis celulares y un chaleco antibalas, en tanto, en el cementerio clandestino en San José de la Sierra, Quimistán, además de tres cadáveres, hallaron enterradas una AK-47, dos subametralladoras, una mini Uzi, cuatro chalecos y munición.
Particularmente, los fusiles AK-47, utilizados ampliamente por los pandilleros, son los restos del conflicto bélico que experimentó Centroamérica (entre las décadas de los 80 y 90) que en la actualidad siguen siendo un negocio para traficantes.
En junio de 2000, el Congreso Nacional aprobó la Ley de Control de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y Otros Similares con el objeto de sacar de circulación esos fusiles y armas de guerra que en ese entonces eran poseídos por hondureños de las zonas fronterizas.
Muchas de esas armas han estado en buzones que dejaron los conflictos bélicos. Antes, en las fronteras, una persona podía comprar un AK-47 por L500; ahora podría costar más, dijo Román Gómez, comandante de Fusina en la costa norte. De $25 que costaban en la década de 1990, los Kaláshnikova alcanzaron un precio superior a los $200 (L4,600) después del año 2000, de acuerdo con cifras del proyecto Small Arms Survey del Instituto Superior de Estudios Internacionales con sede en Ginebra, Suiza.
El mercado clandestino de armas cortas y largas de Honduras movió al menos L100 millones en los últimos siete años, tomando como base inferencial la cantidad decomisada por las autoridades.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha estimado que un arma, indistintamente del calibre, puede tener un precio mínimo de $200 (L4,600) en el mercado ilegal de Centroamérica.
Cifras del Programa Centroamericano para el Control de Armas Pequeñas y Ligeras indican que entre 2010 y 2013, Honduras decomisó más de 6,500 armas. Mientras, la Secretaría de Seguridad le informó que en el lapso de 2014 a junio de 2016 incautó 6,936.