La Comisión Nacional de Derechos Humanos presentó un informe sobre el asesinato del estudiante de Ayotzinapa Julio César Mondragón, compañero de los 43 jóvenes desaparecidos en 2014, en el que indica que fue brutalmente torturado y su rostro fue devorado por animales.
José Trinidad Larrieta, encargado de la investigación del denominado caso Iguala en dicha Comisión -una entidad oficial-, dijo que la nueva autopsia realizada a Mondragón y nuevos peritajes criminalísticos revelan que fue víctima de «tortura física».
La primera autopsia ya revelaba serias agresiones pero en esta segunda han quedado constatados muchos más daños ya que el joven fue «golpeado brutalmente con saña y crueldad por la acción conjunta y complicidad de miembros de la delincuencia organizada y servidores públicos» que le ocasionaron 64 fracturas en 40 huesos sobre todo del cráneo, rostro y columna vertebral, dijo el funcionario.
Por ello, Larrieta pidió que la fiscalía mexicana investigue a todos los presuntos involucrados por tortura, un delito que hasta ahora no se había contemplado y por el que nadie ha sido procesado.
La oficina del ombudsman mexicano indicó también que sus peritajes descartan que el estudiante fuera desollado, como parecían indicar las fotografías del cadáver que corrieron por internet tras los ataques, y atribuyó las heridas en el rostro a la acción de animales, en concreto a perros y roedores que actuaron después de que la cara del joven fuera brutalmente golpeada y cuando ya había fallecido.
Larrieta también atribuye el desprendimiento de un ojo, que se encontró junto al cadáver, a la acción de fauna post-mortem.
«Es claro que nunca hubo acción humana», indicó en conferencia de prensa.
El Equipo Argentino de Antropología Forense, los peritos que participaron en la segunda autopsia a petición de la familia de la víctima, coincidieron en que el joven sufrió muchas lesiones que por «su severidad y su ubicación en el cuerpo escenifican una golpiza severa con múltiples impactos en zonas de vital importancia».
Constataron fragmentación masiva de la cara, cráneo, 12 costillas rotas, vértebras fracturadas y lesiones en pulmones, estómago y un riñón pero dejaron en manos de las autoridades judiciales la determinación de si hubo o no tortura.
Sin embargo, en un comunicado difundido la tarde de lunes, este grupo sí cree que hubo acción humana en el rostro porque, además de actividad de animales detectaron «áreas con sospecha de intervención de instrumento cortante», aunque dadas las condiciones del cuerpo dicen no poder «ahondar en mayor detalle» en este tema.
Mondragón, de 22, casado y con una hija, es una de las seis personas que fueron asesinadas la noche del 26 y 27 de septiembre de 2014 cuando un grupo de policías vinculados al crimen organizado y con la complicidad de otras autoridades lanzaron varios ataques contra los alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en Iguala, en el sureño estado de Guerrero. Casi dos años después, 43 estudiantes siguen desaparecidos.
Mondragón había estado en uno de los autobuses atacados y apareció luego en una conferencia de prensa que los estudiantes habían convocado en medio del caos. Había grabado videos con su celular. Huyó cuando la policía abrió fuego. Testigos dijeron que poco después de verlo por última vez, oyeron gritos de alguien que, asumieron, había sido detenido.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos pidió el lunes localizar las grabaciones que supuestamente hizo el joven y que no han aparecido así como localizar la ropa con la que fue asesinado ya que «no existe constancia» de que haya sido «asegurada y preservada».
Según esta institución, Mondragón murió entre las 00:45 y las 02:45 del 27 de septiembre por traumatismos craneoencefálicos cometidos cuando la víctima estaba sujeta por sus agresores y en total indefensión.
Fue «atrozmente agredido y sometido por más de un victimario» aunque hubo intentos de «defensa, lucha y forcejeo».
Larrieta habló de 11 individuos, 5 ya detenidos, presuntamente involucrados de forma directa en estos hechos. Uno de ellos sería un funcionario del servicio de Protección Civil de la Secretaría de Seguridad Pública de la ciudad de Iguala.
Efectivos militares localizaron el cadáver en una calle de terracería de Iguala la mañana del 27 de septiembre. El ejército tomó fotografías del cuerpo. Según Larrieta, esas fotos no estaban incluidas en la investigación y tampoco fueron las que corrieron por internet y que revictimizaron a la familia, para la que pidió más asistencia y reparación del daño.
El homicidio de Mondragón sigue en manos de los jueces locales de Iguala aunque los expertos de la Comisión Interamericana recomendaron a la fiscalía que atrajera esos expedientes y los uniera al caso de los 43 desaparecidos.
Ahora la oficina del Ombudsman confía en que la fiscalía sí se encargue del caso al constatarse de forma «evidente» un delito federal: la tortura.
El equipo argentino pidió que la nueva investigación evite «la fragmentación de la indagatoria» y analice «la solidez» de las acusaciones que están en los juzgados de Iguala.
Actualmente hay 28 personas acusadas del homicidio de Mondragón, entre ellas el exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, todos involucrados también en las 43 desapariciones.