Tim Robinson duerme sobre una capa de baba verde brillante con un hedor tan extraño que no consigue describir. Es el alga tóxica que nace en las aguas contaminadas del lago Okeechobee y desemboca en el estuario del pueblo de Stuart, al norte de Miami.
«Los que vivimos en botes, creemos que no deberíamos estar respirando eso», dice Robinson, un trabajador de 53 años, a la AFP. «Es deprimente.»
Es un día soleado en Stuart, una ciudad en el oeste de Florida y 175 km al norte de Miami que se emplaza en los márgenes del estuario donde desemboca el río St. Lucie.
Robinson, sudoroso y con la piel dura como cuero seco, está limpiando con una máquina de agua a presión el acceso de uno de los tantos puertos deportivos de la zona.
«Tengo que hacer algo para conseguir dinero extra», dice, explicando que el afloramiento de las algas ha causado la caída del alquiler de botes, que suele ser su fuente de ingreso.
Las playas de agua turquesa y los canales, arroyos y lagunas que zigzaguean entre las islas de Stuart hacen de esta pequeña ciudad un nirvana de las actividades acuáticas.
A menos, claro, que haya una capa espesa de alga verdeazulada, también llamada cianobacteria, que aparece en las mañanas y al anochecer con la subida de la marea.
Durante el pasado fin de semana largo por el feriado del 4 de julio, algunas playas del condado de Martin, al que pertenece Stuart y que es el más afectado, estuvieron cerradas.
La toxicidad de la bacteria puede producir sarpullidos o problemas respiratorios. Pero, además, su aspecto nada sexy de potaje podrido y su olor a amoníaco espanta a los turistas.
«Las consecuencias económicas son graves y están en desarrollo», dijo a la AFP Sarah Heard, comisionada del condado de Martin.
«Mientras persistan las descargas de las aguas contaminadas del lago Okeechobee (en el centro de Florida), el estado de los estuarios continuará degradándose», aseguró Heard.
El alga ha perjudicado ya los negocios de alquiler de kayaks, paddles o esquís, aunque aún es temprano para tener cifras.
«Algunos comercios vinculados a la vida marina han quebrado y otros colapsarán con esta emergencia», añadió la administradora del condado.
El senador de Florida Marco Rubio dijo que ha visto «de primera mano cómo esta crisis de algas ha afectado a demasiadas personas y a sus fuentes de ingreso», en un comunicado el miércoles en el que informó que las pequeñas empresas podrán optar a préstamos de asistencia por el desastre.
Muere la fauna
La semana pasada, el gobernador Rick Scott declaró estado de emergencia en cuatro condados donde desembocan las aguas del lago Okeechobee: el de St. Lucie, Palm Beach y Martin en el este de Florida, y en el de Lee en la costa oeste.
Según estudios del Departamento de Protección Medioambiental de Florida, algunas zonas del lago contienen hasta 38 veces más cianobacterias que el límite máximo aceptado por la Organización Mundial de la Salud, de 10 microgramos por litro.
Este organismo es un tipo de bacteria que surge naturalmente, aunque su crecimiento se exacerba si es alimentado por nutrientes.
«Cuando le suministras fósforo y nitrógeno, el alga se desarrolla y se reproduce exponencialmente y causa una proliferación», explicó a la AFP Henry Briceño, geólogo de la Universidad Internacional de Florida.
Los culpables de que haya tanto fósforo en el lago Okeechobee son los fertilizantes que se usan en las zonas agrícolas, jardines y campos de golf que lo rodean, según Briceño.
«Una cantidad significativa del fósforo utilizado en estas actividades termina en el lago Okeechobee«, apuntó el experto.
El problema actual es que el lago está contenido por un viejo dique de principios del siglo pasado y corre el riesgo de rebasarse e inundar la zona circundante. Debido a este riesgo, y como construir otro dique está fuera de discusión, las autoridades se ven forzadas, para mantenerlo a raya, a descargar sus aguas contaminadas en los ríos aledaños.
Es lo que ha sucedido desde el 13 de mayo, cuando se reportó la cianobacteria por primera vez en las playas.
Si afecta un poco la salud humana y bastante más la economía, el brote de cianobacterias es fatal para la vida marina.
Es una capa tan espesa de bacterias que asfixia la vegetación marina, porque entre otras cosas impide que la luz solar atraviese el agua.
También mata a las esponjas, ostras y otros organismos que abundan en la zona y viven de filtrar el agua. «Cuando tienes tantas de estas cianobacterias en el agua, se les tapan todos los conductos a estos organismos encargados de filtrar las aguas», explicó Briceño.
«Y llega un momento en que las aguas ya no pueden sostener la vida».