El número de muertos por el devastador atentado con un camión bomba en una concurrida zona comercial de Bagdad el fin de semana subió a 157 el lunes, y el primer ministro iraquí ordenó nuevas medidas de seguridad.
Entre las nuevas medidas el gobierno ordenó abandonar el uso de equipos que presuntamente detectaban explosivos pero que según los expertos estadounidenses eran inútiles. Sin embargo, las fuerzas de seguridad seguían utilizando los dispositivos el lunes por la noche, luego de una serie de atentados con bombas más pequeñas en la capital que mataron a 16 personas e hirieron a decenas más.
El ataque suicida del domingo, reivindicado por el grupo Estado Islámico, fue el atentado más mortífero que haya afectado a Bagdad en más de una década de guerra e insurgencia.
También el lunes, cinco personas condenadas por terrorismo fueron ejecutadas en Bagdad, informó el Ministerio de Justicia en un anuncio que pareció dirigido a restaurar la fe en las fuerzas de seguridad nacionales a la luz del devastador ataque del fin de semana.
La mañana del lunes, los bomberos y equipos médicos aún seguían encontrando cadáveres en el barrio capitalino de Karada. Las autoridades dijeron que una decena de personas estaban desaparecidas y que al menos 60 de los muertos eran mujeres y niños. Otras 190 personas resultaron heridas.
La explosión ocurrió después de la medianoche, cuando el barrio estaba lleno de gente que acababa de terminar el ayuno de del mes sagrado musulmán del Ramadán.
El atentado puso de manifiesto la capacidad del grupo Estado Islámico para atacar la capital a pesar de diversas derrotas que ha sufrido en el campo de batalla, entre ellas la pérdida de Fallujah hace poco más de una semana.
El primer ministro Haider al-Abadi visitó el lugar de la explosión el domingo por la noche, donde una muchedumbre furiosa rodeó la caravana de vehículos en la que viajaba para insultarlo, lanzarle piedras y zapatos y llamarle «ladrón».
El funcionario también ordenó la retirada de un polémico equipo de detección de explosivos de fabricación británica, conocido como ADE 651s. Anunció la reapertura de una investigación sobre la compra de los dispositivos electrónicos.
Al-Abadi ordenó también la colocación de sistemas de rayos X en las entradas de las provincias. Pidió que se mejore el cinturón de seguridad de la ciudad, un aumento de la vigilancia aérea, que se refuercen los esfuerzos de la inteligencia y que la responsabilidad se reparta entre varios cuerpos de seguridad.
Funcionarios iraquíes y extranjeros han vinculado el reciente incremento de ataques del grupo Estado Islámico especialmente de atentados suicidas a gran escala con una serie de derrotas en batallas en otras zonas del país durante el último año.
Fuerzas de seguridad iraquíes, respaldadas por ataques aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos, lideraron las ciudades de Tikrit, y Ramadi, y la capital de la provincia de Anbar, del mismo nombre. También en Anbar, fuerzas de Bagdad recuperaron el control de Fallujah hace poco más de una semana.
En su momento de más poder, en 2014, la milicia radical arrebató a Bagdad el control de casi un tercio del país. Ahora se calcula que los extremistas controlan solo 14% del territorio iraquí, de acuerdo con la oficina del primer ministro del país. El grupo todavía controla Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, así como importantes territorios en el norte y el oeste.