Unos 200 familiares de pandilleros presos marcharon este miércoles en calles de San Salvador para exigir al gobierno que se reanuden las visitas en prisiones que resguardan a miembros de esas bandas delictivas.
«Exigimos se nos permita visitar a nuestros familiares, son seres humanos», «somos madres y queremos ver a nuestros hijos», «pedimos al presidente que nos escuche y atienda nuestras peticiones», eran algunas de las exigencias plasmadas en carteles que portaban las manifestantes, en su mayoría mujeres jóvenes.
Desde abril pasado, el gobierno salvadoreño endureció las medidas de control y seguridad en seis centros penales que resguardan a miembros de las violentas pandillas, con el propósito de aislarlos y evitar que coordinen crímenes y extorsiones desde las prisiones.
Desde entonces, las autoridades penitenciarias mantienen suspendidas las visitas íntimas y familiares en esas seis cárceles, que en sus perímetros están custodiadas por soldados. «Queremos que los del gobierno se pongan la mano en su conciencia y piensen que no es justo que no nos dejen visitar a nuestros familiares que están presos», dijo a la prensa Estéfani Salguero, una de las demandantes que marcharon buscando llegar a la Casa Presidencial.
No obstante, la policía antimotines colocó una valla de alambre de púas en la calle para cerrar el paso a la marcha, que no pudo llegar hasta la casa de gobierno.
Las autoridades salvadoreñas señalan a las pandillas como las principales causantes de la violencia que abate a la población. Datos de las autoridades indican que las pandillas cuentan con unos 70.000 miembros en El Salvador, de los cuales unos 13.000 están encarcelados.