Decenas de caimanes que se encontraban al borde de la muerte por falta de agua cerca de la comunidad de Fortín General Díaz, en la cuenca del río Pilcomayo, fueron salvados por la iniciativa de unas cuantas personas de la hacienda San Jorge, que perforaron varios pozos para llenar las represas que antes eran destinadas para el consumo del ganado vacuno y donde ahora moran los reptiles.
«Llevamos a otro sitio el ganado vacuno y dejamos un gran tajamar (pozo) solamente para los cocodrilos«, dijo Alcides González, gerente de la hacienda San Jorge, en referencia a los caimanes, y que administra el terreno de 13.500 hectáreas donde viven varias comunidades de la etnia nivaclé y especies de flora y fauna.
«Como (los cocodrilos) también necesitan alimentos, varios frigoríficos de las colonias menonitas de la zona entregarán carne hasta que el Pilcomayo riegue el territorio con sus aguas», agregó.
Como medida de urgencia, González informó que la hacienda resolvió cavar 18 pozos para llevar agua en camiones cisternas hasta las represas.
Un equipo periodístico de The Associated Press estuvo en la hacienda San Jorge y vio algunos caimanes muertos y varios agonizando en el barro, a unos 40 kilómetros de la comunidad de Fortín General Díaz, que tiene una pequeña población civil y un cuartel del ejército en las proximidades del río.
A esta comunidad sólo se puede llegar por tierra transitando la mitad del trayecto sobre una superficie irregular, sin pavimento asfáltico.
La inesperada sequía, que puso en riesgo a los caimanes, tiene una explicación y varios presuntos responsables por la mortandad ocurrida en el lugar.
El errático río Pilcomayo, que nace en las estribaciones andinas de Bolivia y sirve de frontera natural entre Argentina y Paraguay, tiene un curso caprichoso, y recibe agua abundante del deshielo de los Andes sólo dos veces por año. Una en abril y la otra en noviembre.
Pero este año, las aguas del deshielo de abril no llegaron hasta la zona del Fortín General Díaz, a unos 450 kilómetros al oeste de la capital Asunción, porque las aguas se dirigieron hacia el territorio argentino y no el paraguayo pues, aparentemente, la boca de acceso a Paraguay se encuentra tapada por sedimentos.
Medios locales, expertos y organizaciones consideran que esta obstrucción se debe a negligencia del actual gobierno.
Así lo cree el ambientalista Víctor Benítez, de la organización no gubernamental Alter Vida, que dijo que «la negligencia del gobierno pone en riesgo la vida silvestre porque no hizo a tiempo el trabajo de retirar los sedimentos de la boca del canal paraguayo del Pilcomayo para que ingresaran las aguas».
El influyente periodista Humberto Rubín, de la radioemisora Ñandutí, hizo una campaña de dos semanas «para que el gobierno se sensibilizara y no dejara morir a decenas de yacarés (caimanes) que necesitan agua».
El gobierno paraguayo informó el lunes de la creación de un comité de mantenimiento para reiniciar los trabajos para liberar de sedimentos del canal y anunció una auditoría para determinar si hubo negligencia, o no, y para conocer si el dinero destinado a las obras sobre dichos sedimentos fue invertido.
Pero para el gobernador del departamento de Boquerón, la sequía no es un problema de fallas del estado sino de cauce del río.
«Todos piden una solución definitiva pero no habrá un fin del problema porque el río va por donde quiere y nosotros vamos detrás de él», dijo el gobernador Edwin Paul, en entrevista con The Associated Press.
En esto coincide el biólogo y ambientalista José Luis Cartes, que dijo a la AP que las corrientes del Pilcomayo «tienen mucha fuerza y arrastran toneladas de sedimento. Obviamente, el curso del río es caprichoso, va por donde quiere porque es manejado por los sedimentos que arrastra».
«Como es un río de dominio trinacional, de 2.400 kilómetros, es complejo su mantenimiento pero, además, para liberar su curso de sedimentos se necesitan varios millones de dólares», agregó.