Organismos de defensa a la diversidad sexual en Honduras señalan que los gays, lesbianas, transexuales, transgénero, etc. son azotados por la intolerancia a sus preferencias sexuales y se les violentan sus derechos humanos.
La pena de muerte para Ángel fue vestirse de reina al cambiar los zapatos burritos por unos de tacón y los pantalones jean por un vestido ajustado al cuerpo. Eso causó repudio entre sujetos desconocidos por las autoridades policiales, quienes lo ejecutaron en un sector de Comayagüela.
El 3 de junio recién pasado, el dirigente de la comunidad gay de San Pedro Sula (Cortés), René Martínez, apareció muerto en la colonia Suyapa, sector de Chamelecón, después de ser raptado por desconocidos.
La semana anterior, elementos de la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC), del Ministerio Público (MP), y de la Policía Militar del Orden Público (PMOP), capturaron a cuatros sospechosos, dos hombres y dos mujeres, quienes se supone torturaron y ejecutaron a Martínez.
Dentro de los grupos de la diversidad sexual el clima es de terror, al punto que han quitado insignias o banderas en la fachada de sus organizaciones y caminan a la defensiva por las calles, debido a que no saben de dónde puede surgir una agresión.
Los organismos internacionales han manifestado su preocupación. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Honduras, señaló mediante un comunicado su profunda consternación y preocupación por lamentables hechos de violencia y asesinatos contra personas de la comunidad LGBTI ocurridos recientemente en ese país (Honduras).
Señalaron los casos de Pamela Martínez, voluntaria del Colectivo Unidad Color Rosa, y René Martínez, presidente de la Comunidad Gay Sampedrana para la Salud Integral, quienes fueron asesinados el 2 y 3 de junio, respectivamente, en San Pedro Sula.
Del mismo modo, la Unión Europea (UE), en Honduras, lamentó el acto violento, ya que coincidió con la visita de su representante especial de Derechos Humanos, Stavros Lambrinidis, quien demandó luchar contra la impunidad.
Nos da miedo dar entrevistas y exponernos, porque nos están atacando, hay gente que nos odia solo por nuestra condición sexual, consideró un integrante de un grupo transexual, que prefirió no ser identificado.
El diagnóstico de situación de las violaciones a derechos humanos y los crímenes de odio en contra de la población LGTBI en Honduras, del 2014 , revela que en una encuesta realizada a miembros de su organización, el 71 por ciento aseguró ser víctima de violencia por su identidad sexual y el restante 29 por ciento dijo que no.
El mismo documento resultante del proyecto Promoción de la Defensa y Protección de los Derechos Humanos de la Población LGTBI en Honduras, detalla que el principal motivo de violencia es la homofobia en un 52 por ciento, es decir que existen personas que odian a quienes no aceptan su sexualidad natural.
Le siguen la falta de educación en un 20 por ciento, la discriminación (16 por ciento) y el fundamentalismo religioso (12 por ciento), ya que aseguran un alto grado de rechazo por las Iglesia Católica y Evangélica.
Una de las preocupaciones es que los principales agresores son miembros de la Policía Preventiva (38 por ciento), seguido de la población civil (34%), la Policía Municipal (21%) y las pandillas (siete por ciento), pero ahora en los últimos meses elementos de la Policía Militar de Orden Público (PMOP) también han cometido abusos en contra de la comunidad gay, denunciaron.
Cuando un hombre ve cruzar a un gay, chica transexual o travesti generalmente profiere palabras de discriminación, burlándose y diciéndoles con señalamientos: Maricones, puñales, culeros o machorras.
La coordinadora del Grupos Lésbico Bisexual (Litos), Esdra Sosa, de la Asociación Arcoíris, indicó que en las investigaciones realizadas han identificado cuatro patrones de violencia: Uno proviene de los policías, otro por clientes falsos de las cuales son víctimas, generalmente las transexuales que ejercen el comercio sexual y a quienes secuestran, violan, torturan y les dan muerte.
Asimismo, la familia, porque cuando se dan cuenta que su hijo es homosexual o la hija lesbiana les tiran a la calle y no les queda más que vivir del comercio sexual y lo otro es el barrido social, es decir que la población los ve como anormales o extraterrestres.
Cuantificó que desde el 2011 hasta la fecha se han registrado 227 crímenes de odio, altamente sangrientos. Para nosotros son muchas muertes, pero para los operadores de justicia son pocas, contrastó.