Desesperación, dolor, compañerismo, fe y esperanza vivieron ayer durante cinco horas una treintena de empleados, que querían rescatar con vida a un obrero soterrado por un alud de tierra en la construcción de un tercer carril del bulevar Kuwait, cerca de la colonia Las Vegas.
El trágico incidente ocurrió a las 10:30 de la mañana, al momento que varios empleados albañiles realizaban trabajos para una compañía encargada de construir la ampliación de dicho bulevar, la cual fue contratada por la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC).
Entre los obreros estaba trabajando Julio César Gálvez Sierra (26), quien se metió a un agujero a encofrar una madera para crear una base de concreto en el proyecto, al filo de un cerro de tierra.
Repentinamente cayó sobre su cuerpo un alud de tierra y piedras, cubriéndolo en un 90 por ciento.
Los demás empleados de la constructora corrieron a rescatar a su compañero, sacando tierra desesperadamente con las manos y palas, mientras otros ponían palos y tablas para que no siguiera cediendo el muro de tierra lavada por las últimas lluvias que han caído en la capital.
En cuestión de minutos, algunos albañiles lograron despejar la cabeza de Gálvez Sierra, quien gritaba desesperadamente que lo salvaran para no morir soterrado.
Como pudieron los obreros sacaron la cara de su compañero, pero la otra parte del cuerpo estaba completamente atrapada por la tierra y las piedras.
Por tal razón los trabajadores pidieron socorro al Cuerpo de Bomberos, cuyos miembros llegaron en menos de 10 minutos con un equipo de rescatistas, de inmediato, los albañiles y los bomberos comenzaron a cavar con piochas y palas, pero la parte inferior del soterrado seguía atrapada.
El muro seguía inestable, amenazando con aterrar a todos los rescatistas junto al soterrado.
Por esa situación, otros empleados de la constructora movilizaron una retroexcavadora y varios tablones de madera, con los cuales lograron crear un soporte para que no siguiera cediendo el peñasco de tierra húmeda.
Al mismo tiempo, otros trabajadores trataban de rescatar a Gálvez Sierra, quien ya comenzaba a perder el conocimiento por la falta de oxígeno y circulación de sangre en su cuerpo.
Mientras eso sucedía, varias personas con gritos de aliento decían No te duermas Julio, no te mueras, porque no te vamos a dejar a morir solo.
El desenfrenado rescate continuaba, pero los socorristas no podían sacar el cuerpo del malogrado empleado, debido a que las extremidades inferiores del afectado seguían atrapadas.
A una hora del accidente laboral se podía ver que el hombre ya estaba débil, pidiendo con sus manos que lo sacaran con vida de su desgraciada situación de muerte.Por tal razón elementos del Cuerpo de Bomberos lograron colocarle oxígeno y suero para poderlo mantener con vida y despierto, mientras otros le daban golpes en el pecho y le daban aliento para que no cediera en su lucha de sobrevivencia.
Para acelerar el rescate, los constructores desplazaron una perforadora de concreto manual, con la cual lograron picar alrededor de donde estaba el obrero soterrado. Otros compañeros, con sus manos y palas, sacaban la tierra y piedras, mientras los bomberos apoyaban cavando el terreno con barras de hierro y martillos.
La situación era alentadora, pero cuando todos laboraban para sacar al obrero y estaban casi cerca de lograrlo, un nuevo deslizamiento agudizó el problema, el segundo derrumbe cayó sobre el lugar donde laboraban los socorristas, volviendo a soterrar al albañil.
Las ganas de sacar con vida al malogrado aumentaron, sumándose a las labores de rescate empleados del Comité Permanente de Contingencias (Copeco), más otras personas que cruzaban por la zona.
Nuevamente y con muchas ganas y valentía, los rescatistas lograron despejar de tierra casi por completo el cuerpo de Julio César Gálvez Sierra. Casi tres horas habían pasado de la lucha contra la muerte, por salvar al albañil, sin embargo la parte inferior de su cuerpo seguía soterrada y atrapada.
Otra vez se tuvo la certeza que Gálvez Sierra iba a ser rescatado con vida, al grado que varios albañiles y empleados de la alcaldía se agarraron de las manos dando gracias a Dios, por haberlos ayudado a sacar a su compañero aún con vida.
Sin embargo a la cuarta hora del rescate, a eso de las 2:30 de la tarde, un tercer derrumbe sucedió en la zona, deslizándose varias rocas hacia el lugar donde permanecía soterrado Julio César.
Dicho deslizamiento estuvo a punto de caer sobre varias personas que ansiosamente sacaban tierra del hoyo donde se encontraba el albañil, pero las rocas no cayeron sobre el malogrado, siendo quitadas rápidamente por varios voluntarios para continuar con el rescate.
Sin embargo, esos esfuerzos fueron en vano y el obrero no paraba de decir con voz suave no puedo mover las piernas y tengo mucho frío. Posteriormente y casi cinco horas después de agonía y a la espera de un milagroso final, el obrero ya se miraba inconsciente, tirado sobre la tierra que lo mantenía atrapado.
Gálvez Sierra tenía la mitad de su cuerpo enterrado bajo la tierra y pese a los esfuerzos que realizaron los bomberos para rescatarlo, cerca de las 3:00 de la tarde fue declarado muerto.