Una gigantesca bandera de Ecuador se desplegó el lunes cerca de la playa de Pedernales para conmemorar un mes del devastador terremoto que dejó 660 muertos y pérdidas económicas por unos 3.000 millones de dólares en la costa central de Ecuador.
Tras cantar el himno nacional, las personas se dispersaron por las calles de esta población, en donde aún «no se ha podido retirar alrededor de un 70% de los escombros, terminaremos el proceso en dos o tres meses más», dijo a la AP, el concejal de esa ciudad, Moisés Bota.
A las 18.50 horas del 16 de abril, un terremoto de 7,8 grados de magnitud remeció a Ecuador durante al menos 42 segundos y dejó 660 muertos, y graves daños en ciudades como Pedernales, donde solo dos o tres edificios quedaron en pie; Manta, 50% de cuyo sector hotelero se fue al suelo, y Portoviejo, en la que fue borrado su centro comercial y bancario.
El presidente Rafael Correa, en su cuenta de twitter, dijo que «exactamente hace un mes, nos golpeó la peor tragedia de las últimas siete décadas». Expresó que «el dolor es inmenso, pero mayor es la esperanza. Este desastre probó la fibra del pueblo ecuatoriano, y nos podemos sentir orgullosos».
Añadió que «demostramos que somos un país que sabe unirse por encima de las diferencias. Los actos heroicos son incontables».
Los pobladores de Pedernales buscan retomar sus actividades. Para empezar duermen en las interminables hileras de carpas azules y blancas, todas de Acnur, pero tratan de salir a cocinar en lo que queda de sus casas o visitar el sitio donde estaban sus viviendas. Algunos pescadores se hacen a la mar con la esperanza de que alguien pueda comprarles lo pescado a su retorno.
Un autobús recoge a cuanto niño encuentra en la calle y les lleva a ofrecer actividades lúdicas y educativas a cargo de sicólogos y expertos en entretenimiento.
La UNICEF, en un comunicado dijo que «un mes después, miles de personas viven en refugios informales sin servicios básicos y 120.000 niños están en necesidad urgente de espacios temporales de aprendizaje».
Reconoció que la respuesta inmediata del gobierno permitió «que el 75% de los niños hayan podido regresar a la escuela, más de 30.000 personas están acogidos en refugios oficiales y reciben asistencia básica y apoyo psicológico y médico».
Correa estimó que los daños del devastador terremoto llegarían a unos 3.000 millones de dólares.