Se acumulan los pedidos en Estados Unidos para aplazar la ejecución de Kenneth Fults, prevista para el martes, y de Duane Buck, otro negro en el corredor de la muerte, cuyas condenas ilustran, según sus defensores, el racismo que impregna al sistema judicial estadounidense.
Kenneth Fults, nacido en 1968, está encarcelado desde hace dos décadas por haber matado a balazos a una mujer blanca el 30 de enero de 1996. Está previsto que reciba una inyección letal en una prisión del estado de Georgia (sureste).
Amnistía Internacional realiza una campaña para obtener una anulación de la ejecución, recordando que ocho años después del proceso de «Kenny» Fults, uno de los jurados declaró bajo juramento que había votado a favor de la pena capital porque «ese negro lo merecía».
Los abogados de Fults, que tiene un coeficiente intelectual de un niño, apelaron al a Comisión de Gracias y Liberaciones Condicionales de Georgia, que se reunirá este lunes. En caso de rechazo, sería la Corte Suprema en Washington la última oportunidad del condenado.
Por su parte, Duane Buck, que dispone de un impresionante equipo de defensores con sólidos vínculos con la prensa, fue condenado a muerte en 1997 en Texas (sur) tras un proceso en el que un experto vinculó su peligrosidad al hecho de que era… negro.
En este caso nada pone en duda la culpabilidad de Buck, de 52 años, quien en 1995 asesinó a su expareja y al hombre que estaba con ella.
Pero para sus abogados, la muy discutible opinión del experto viola la sexta enmienda de la Constitución estadounidense, que dispone que un acusado «tendrá el derecho de ser juzgado rápido y públicamente por un jurado imparcial», es decir no influido por ideas racistas.
Los dos diarios metropolitanos más importantes de Estados Unidos, The New York Times y el Los Angeles Times, pidieron en sendos editoriales un nuevo juicio para Duane Buck.
La Corte Suprema de Estados Unidos decidirá el 22 de abril si tratará este caso emblemático.